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Botables, y a duestencias hecellarias para la inteligen­ P eocia de lo que se dice en este tratado. Ao Amaror fundamento de nuestro sentir son las autoridades que ante citar en este tratado sácalas de sus libros sinóicos, es necesario saber qué fuer­ za tienen entre los chinos dichas autoridades, y en qué aprecio y concepto mantienen los libros de autores de quien se traen, por lo cual es de saber que los libros clásicos auténticos de este Reino se reducen a cinco obras que llaman el Rindo, cuya autoridad es tan grande como entre nosotros la de la Sagrada Escritura; y ningún letrado sin manifiesto peligro de perder sus grados, se atre­ verá a negarlas, ni explicarlas contra el sentido común de sus intérpretes cla­ sicos y antiguos, cuya exposición es comúnmente recibida de todos. Dichas obras to­ das son sentencias de sus Reyes, y filósofos los antiguos sin orden ni discurso sino una agregado, o acer vus verborumtae. La primera de estas obras se llama ie Rindo en que se trata de unas suertes de adivinaciones a quien dio principio el primer Rey de China después del diluvio llamado Fohos, y después añadió otras el Rey Yvuen Vuañes, y a estas otras su hijo Cheu Dzene, y a las de este el Maestro Confucio. La segunda obra se llama trys rine que es un agregado de versos, y trobas, que hi­ cieron algunos Reyes o filósofos antiguos acerca de diversas materias. Esta o­ bra aunque se viese muchos años antes que naciera el Confucio, pero después él las vio, y enmendó, quitando de ella muchas cosas que le parecieron no ser confor­ mes a razón, por lo cual todo lo que ahora se dice en dichos libros, es según el sen­ tir de su proto señor nuestro el Confucio; de estos libros habré muchas autoridades pa­ ra probar que los chinos piden, y esperan bienes de sus progenitores difuntos. La tercera se llama Dhun Chiere. Esta la hizo el maestro Confucio y es una cronología breve de los Reyes antiguos. La cuarta se llama E DiiRina en que se trata de to­ dos los Reyes que ha tenido este imperio o es la historia universal y crónicas anti­ guas. Y la quinta se llama lo his en donde se trata de todas las ceremonias, así civiles como religiosas donde se exponen las leyes que en esto se deben observar, donde se traen muchas autoridades del Confucio, Reyes antiguos y filósofos de nombre. Hízose esta obra después de muerto el Confucio. En ella hemos de ha­ llar lo que buscamos, pues trata ex profeso de todas ceremonias, por lo cual se cita­ rán sus autoridades muchas veces en este tratado. Tiene la obra cuatro tomos con solo el comentario interlineal; que con los comentarios grandes tiene veintie­ tomos, tengo visto los y estudiado reces para saber de razón con fundamento las mate­ rias que tratamos, y que a tantos años que tenemos entre manos.

Fuera de estas cinco obras tienen cuatro libros a quien llaman lun. En los dos se contienen algunas sentencias de su maestro el Confucio que sus discípulos le dijeron cuando vivía. Los otros dos son sentencias del Mengchud que es el segundo en autoridad después del Confucio, cien años después de él. Las sentencias de estos cuatro libros son tenidas por los chinos letrados como orácu­ los, o de que hacen ellos sumo aprecio o estima, siendo así que no hay en ellas ni discurso ni mucha substancia. Estos pues son los libros clásicos de los chinos donde estudian desde niños y de donde se dan los temas para hacer sus retóricas, composiciones, por donde suben a sus grados y dignidades, y poseen los oficios de nación.

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mapilrados, correpidoros, y Governadores del Reyno; porque en China no se atiende para dar estos officios a la sangre, y nobleza, sino a las letras, y a las armas. sobre estas cosas tienen hechos los Doctores (si así se puedan llamar), así antiguos como mo dernos, muchos comentarios y exposiciones; pero el más recibido y seguido de todos en estos tiempos es el chuchie que floreció hace trescientos años, que natural de lo Provin. de Nan Hin y mandaren en esta Provincia de Poo. Bien dicen de él los le trados que es el que más penetró la mente del Confucio y de los demás libros clásicos, por lo cual en todos los libros clásicos el comentario interlineal, que da la inteligencia literal, es de dicho autor y se imprime siempre en los libros de clásicos. Aunque los comentarios de otros dos Doctores, que son más extensos, se im­pri­ men algunas veces con el texto; pero se ponen en diverso formato, y son diversos en diversas imprentas; pero el interlineal del chachi se halla en todos, y se­ gún este comentario explican los maestros a sus discípulos el texto, y este es con que aprenden los letrados los primeros rudimentos e inteligen­cia de sus libros clásicos; y raro será el comentador que en estos tiempos se ponga a la inteligencia queda el chu­ chu al texto. Por lo cual resuelvo yo en la explicación e inteligencia de las auto­ ridades de los libros clásicos que debe estar en este tratado. No obstante que pa­ mayor abundancia citaré algunas veces otros doctores y comentadores re­ce­ bidos, y que no se oponen al thnchis antes se confirma su exposición. De dicho autor dijo un cierto ministro de la Compañía que no se le debía de creer tanto a sus exposiciones, que era un solo quien insistía, no obstante al de la Provin­ cia de Fo Hieno, en lo primero no hubo razón pues dándoselo todos los letrados chinos letrados modernos, ¿por qué no se lo hemos de dar nosotros en la exposi­ ción de sus textos? En lo segundo no dijo verdad pues no era natural de Fo Hieno sino de la provincia de Nan Ino, por haberse hecho célebre en la exa­ posición de los textos de los libros clásicos, y en otros libros que propio mar­ te sacó, allí le levantaron un templo en la metrópoli de esta prov. y se conserva alta, hoy en aquella ciudad. A este Doctor Chuechis entre otras obras que sacó al público, una fue a quien intituló nn. Ella que se comprende en cuatro tomos donde pone todas las ceremonias que cada uno debe usar en los asuntos, en entierro, ofertas, y demás cosas concernientes a la veneración de los difuntos, sus establi­ das. Poniéndolos es confirmado todo en las autoridades de sus libros clásicos: los cuales libros vistos después de muchos años por el Rey bueno lo (que aquel reino más de 250 años los aprobó y mandó con un decreto, como se dice en los lib­ ros camino ho ey tien) que en cuanto a las tablillas y demás ceremonias se ob­ser­ ve lo que decía el Chachie en los libros. Rey ey. Por lo cual dichos lib., aunque no son de los clásicos de este Reyno, pero son de mucha autoridad por estar con firma­ dos, y mandado observar lo que en ellos se dice con decreto regio, que en dichos papeles: son muy comunes estos libros en todo el Reyno, y como ceremoniales pa­ra todos los oficios que los particulares hacen en sus casas. Y en los templos de sus difun­ tos. De aquí pues tengo de sacar mucho, de lo que he de decir en la tercera parte de este tratado, a por ser común en todas las provincias, ciudades, y villas de to­ do el Reyno. No sigue de recibir a que lo que decimos, se hace solo en las aldeas de la villa de Fogam, como sea dicho ya; pues son todas ceremonias ya establecidas

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Y mandadas observar de los Reyes por todo el Reyno que ratificadas no solo de los plebeyos de ordinaria, sino de los magistrados y letrados así antiguos como modernos. = Lo 2o se debe advertir que en el discurso de este tratado, solo se trata de las ce­ remonias, de ofertas que los chinos hacen a sus difuntos según la secta literaria, y no de las que hacen a los mesmos difuntos según la secta de los budas que vinieron de la India o de otros innumerables que han ido inventando, que de estas tenemos todos los minis­ tros un mesmo sentir y siempre se han prohibido como supersticiosas. Da lo cual se debe advertir que los chinos en sus trajes, cortesías, y ceremonias son uniformes en todo el Reyno, de suerte que en cuanto a lo substancial de dichas ceremonias, lo mis­ mo se hallará en los pueblos y aldeas, que en las ciudades y villas, siendo solo la diferencia en lo suntuoso o parco, según la pobreza o abundancia del que las hace; porque todos se gobiernan por los libros ceremoniales del chuchas que qu­ dan dichos; y así su experiencia y gracia de estos puntos no solo se experi­ menta en las ciudades y metrópolis sino en los lugares y pueblos pequeños, pues en todos ellos suele haber letrados y escuelas donde se enseña su secta literaria, y para ser un hombre docto en ella no es necesario el que vaya a cursar en las uni­ versidades (que no las hay en este Reyno) sino que estudie por sí. Se parece en este punto, porque se ha escrito y dice que nosotros nos regimos para fundar nues­ tros sentir en lo que hemos visto en las aldeas, y hemos visto a los aldeanos rudos e ignorantes, y que por ser tan pobres y no tener con qué hacer las ofertas a sus difuntos nos ha sido fácil el prohibirlo a nuestros cristianos, pues todos son de esta laya. Ya tengo respondido a esto en otra parte. Aquí solo digo que si lo que trajere en este tratado no fuere de más autoridad que la que da el dicho de unos aldeanos, no se dé crédito a ella, ni se haga caso. Fuera de que (como queda dicho) cuando lo que se hace en las aldeas y lo que dicen los aldeanos con­ cuerda con lo que se hace en las ciudades y con lo que se dice en sus lib. clási­ cos, ya no es autoridad de aldeas, ni de aldeanos, sino de Reyes valiosos y los letrados.

Lo 3o se advierta; que en la versión, y traducción de las autoridades que aquí traigo de los libros sínicos, y en la explicación de sus letras, no solo sigo el común sentir e inteligencia de sus intérpretes, y diccionarios si­ nicos, sino el parecer, y sentir de algunos letrados cristianos, a quienes he consultado, que no solo son muy entendidos en sus letras, sino muy en­ tratados en la ley del Señor (que esto segundo es muy necesario para que nos digan la verdad) y aunque las autoridades que aquí traigo son tan claras, que cualquier ministro que sepa medianamente sus letras las podrá entender, con todo eso no me fío de mi sentir, ni del estudio de más 50 años que tengo de sus libros, sino cuales examiné con todo cuidado como piden materias de tanta consideración; y me he aprovechado también de la explicación de su inteligencia que los Padres de la Compañía dan a dichas letras en su vocabulario europeo, y en los libros que tienen impresos de letra china en este Reyno; y nunca diré co­ sa que no la funde en sus libros, ni explicaré autoridad alguna dándole el senti­ do que pudiera tener (como lo hace el Padre Franco. Prancato) sino el que tiene y le dan sus intérpretes. Que, a querer nosotros explicarla y darles buen sentido, bi­ en la pudiéramos hacer, pero no hace fuerza dicha explicación por no ser según la inte­ ligencia

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Ligs. sinica, sino según la Europa, que no hace al caso para lo que se intenta. Da ponerle al margen las autoridades en letra china así del texto como de lo in térpretes para que los que supieren letra las pudieran leer citando el libro; capto. y dolio por que con facilidad se puedan ver en sus originales.

La primera noticia pues tuvimos los religiosos PP. de y menos de los fundamentos que tenían los PP. de la Compañía para permitir a sus cristianos lo que les permitían acerca de la veneración de su Maestro el Confucio de sus progenitores difuntos fue el año de 1665, estando los ministros de este Reyno del Perú dados en la Provincia y metrópoli de Cantón. Otros eran de nuestra religión, y uno que era el Padre Comesso, Fr. Antto. de Sto. María de la de Sn. Franco. y diez y nueve de la Compañía de Ntro. en el tiempo que allí estuvieron se hicieron algunas juntas en que se determinaron algunos puntos concernientes a el ministerio, que en nuestro fueron de el guarenta, y mí fue de lo que se había de permitir a los cristianos acerca de la veneración del Confucio y sus progenitores difuntos. Alzamos de aquí adelante Arzobispo el Sr. Padre Fr. Domto. Navarrete, que era el presidente de nuestros religiosos, propuso en breve co­ mo pedía entonces la brevedad del tiempo la substancia de los fundamentos que había para que no se les permitiese, lo que permitía el decreto de Alexandro VI; pro­ bando haber defecto en las propuestas que hizo el Padre Martino Martinos, pues era contra la verdad del hecho. Vieron a el Padre y también a el Pe. Fr. Antto. de María que fue del mesmo sentir; y los dos vieron el parecer de los PP. de la Compañía, que fue mi fundamento de que se permitiesen todas las cosas que se permitían en el decreto de Alexandro V. PP., por fundarse según el sentir de dichos Nros. de la Compañía en opinión muy probable a la cual no se podría hacer enmienda. De la contraria, según ellos imaginan, después pareciéndole a el Pe. Fr. Domingo Navarrete que en bien puntos aquellos que se habían de tratar tan de prisa, y superficialmente, pues solo gastó en su resolución el tiempo de una tarde; siendo así, como dice después a el D. S. P. Judo. Bap. de Morales, que para las decisiones de las propuestas que él hizo a la sagrada congregación, reunieron muchas juntas de los PP. calificadores de suerte que duró cerca de un año el dar la última resolución. Hízose pues él lo Fr. Domi­ go Navarrete un breve tratado en que nuevamente expone las dudas que tenía contra lo que se había resuelto con los PP. y se lo entregó a el Dr. Viceprovincial Feliciano Pa­ chico. Y después solo remitió a el Dr. Visitador Luis Pama a la ciudad de Ma­ cas; y los PP. respondieron brevemente, y después mandó el Prelado a los dos Pa­dres dichos de Pabro y Panco Brancato hiciesen dos tratados muy espaciosos fundando el sentir de la Compañía. Respondieron a las dudas del Dr. Sr. Domo. Navarrete.

De estos dos tratados solo el del Pe. Fano Brancato recibió el P. PP. Domo. Nava­ rrete y respondió a él estando en Macas de partida para la Europa. Después fue yo el estimado también a la provincia de Cantón, a donde se me dieron los dos tratados dichos, y hallé que había mucho que responder, así en defensa de la religión y sus mi­ nistros como en defensa de la verdad del dicho proceso. Lo que hice cuatro tratados: los dos respondiendo a lo primero, y los otros dos muy copiosos respondiendo a lo se­ gundo. Pero adviértase aquí que si alguna cosa falta en este de los dos tratados de los PP. de la Compañía que no se hallare en los que ahora se publican, no es añadida de nosotros sino quitada de los suyos. El fundamento que tengo para decir esto es lo que me refirió un doctor de la Compañía en Santón (que era recién venido de Macas,

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Fue de los dos tratados de los PP. Tabro y Arancco. Se había hecho muchos traslados en el colegio de Macas que remitir, a la Europa; pero que les habían quitado muchas de las cosas que en ellos se decían, cuáles fueron, no lo sabemos; en el del Pte. Diego de Pabro que tras­ ladó el Pe. Fray Domo. de S. Po. del original de letra del mesmo De Pabro, después de acabado se lo llevó a el Pe. Viceprov. que lo era entonces el Pe. Antto. de Govea, para que lo vi­ era, y antes de la firma dice cómo dio a ver el dicho tratado a cuatro PP. consultores y que lo aprobaron, añadiendo que lo que allí se decía, era la práctica que los PP. de la Compañía habían tenido siempre en este Reyno acerca de dichos puntos y que por ser así verdad lo firmaba de su nombre, y sellaba con el sello de la Viceprov. Sea advertido esto que no se niegue lo que aquí se trajere de dichos tratados, alegando que no está en los que ahora se publican de dichos PP. =

Los tres tratados que hizo el Ve. Fr. Domo. Navarrete, ahora Arzobispo de la Islas España, están muy doctos como lo era su autor, pues que entró en este Reyno y había leído la cátedra de teología en la Universidad de Sto. Thomás de Manila y en tres años que estuvo en este Reyno puso su mismo cuidado en el estudio de las letras y libros sinicos. Es­ to es solo lo que se me ha ofrecido notar. Procuraré todo lo posible evitar la prolijidad, pero no sé si lo he de poder poner en ejecución que son muchos los puntos y materias que se han de tocar así en prueba de nuestro sentir, como en respuesta de los contrarios. Procu­ raré que vaya todo con claridad y distinción, para que se lea con más gusto.

De otra parte del tratado de la veneración que los chinos dan a su Maestro el Confucio y progenitores difun­ tos, en que se trata de la explicación de algunos ca­ racteres siníticos. De las letras sinicas más les conviene el nombre de caracteres, o signos que de letras, pues no componen términos sino oraciones, cada una es un término y se distinguen unas de otras, según la significación y según los rasgos; por lo cual el número de ellas es tan grande como lo es el de las palabras o términos, y aún mayor, porque tienen muchos sinónimos, que aunque la significación es una, las letras o caracteres son muchos; y también puede tener una letra muchos acentos y significaciones, y obras de bajo de un mesmo acento diversas significaciones. Para el instituto de letras sinicas hay cuarenta mil, que no basta la vida de un hombre para saberlas to­ das, y aunque esta lengua es pobrísima de voces o término, pues no llegan a 800, pe­ ro es abundantísima de caracteres, pues para significar una cosa tienen muchos dis­ tintos en las voces y acentos, con lo cual suele causar algunas veces confusión.

Pero esta se quita ex antecedentibus o consequentibus. Aquí se advierta que cuan­ do se hallaren dos autoridades que parecen son encontradas, se ha de estar a la inter­ pretación de los Doctores clásicos, y más recibido, y si en las inteligencias de estos hubiere también alguna duda, hemos de estar a la inteligencia que le dieren los le­ trados cristianos, más temerosos de Dios; y si aun hicieren la explicación de estos Zaubiere, firmo que se ha de estar a los que la entendieren en contra de su Confucio y difunto, porque los que la explicaren en pro, son más sospecho­ sos por el amor que naturalmente les tienen.

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