Tancitaro (Michoacán), 1580

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Descripción de Tancítaro hecha de orden de su corregidor Sebastián Macarro.

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de paz al MARQUÉS HERNANDO CORTÉS, yéndolos a conquistar, una legua antes que llegase a su pu[ebl]o de Tlapalcatepeque. Y dio el dicho MARQUÉS, en encomienda al dicho ALONSO DE AVALOS, los dichos indios de Tlapalcatepeque y sujetos.

Dijeron don FERNANDO DE ALVARADO, indio, gobernador [y] natural de Tlapalcatepeque, y MARTÍN LÁZARO, viejos los más ancianos que se pudieron hallar para esta relación, que, estando el Marqués del Valle DON HERNANDO CORTÉS con cantidad de españoles, [con los] que iba conquistando todos los pu[ebl]os que topaba de indios, vieron estos testigos que estaba alojado, con su campo, a la vera de un río que se dice Arimao [y] se vinieron de paz, como dicho tienen, los de Tlapalcatepeque. Y que, de allí, fue ganando pu[ebl]os, hasta que llegó a do ahora es la Villa de Colima,; q[ue] es de españles [y] que tendrá más de cuarenta v[e]c[in]os: estará, deste pu[ebl]o de Tlapalcatepeque, como [a] veintisiete leguas. Viven estos españoles de huertas de cacao y [de] estancias de ganado ma[y]or, vacas [y] yeguas, do salen hermosos caballos y para mucho. Asimismo, cogen mucho maíz y algodón; no se da trigo ni cebada, por ser la tierra caliente. Está Colima a siete y a ocho leguas de la Mar del Sur y suelen pasar, a vista de tierra, los navíos q[ue] van y vienen a la China, y algu[n]os llegan a tomar refresco en aquella costa. Tiene un volcán muy alto, [a] seis o siete leguas desta dicha villa, junto a un cerro nevado que tiene mucha cantidad de nieve todos los más de los años, con ser la tierra caliente. Tiene, cerca desta villa, pedazos de malos caminos, quebradas y grandes barrancas, y, en ellas, hay muchos arroyos de agua muy buena que bajan de la sierra nevada. Es gente belicosa los v[e]c[in]os de aquella villa, q[ue] siempre traen grandes pleitos y disensiones con los alcaldes mayores q[ue] van a ella proveídos por la real Audiencia de México.

Hay, en estas comarcas desta jurisdicción de Tlapalcatepeque, grandes llanos para estancias de ganados mayores y menores, y caballerías de tierras, [en] especial hacia un pu[ebl]o, sujeto deste de Tlapalcatepeque, que se llama Tamazulapa[n], y para sembrar de maizales, q[ue] se darán muy bien, y, [asimismo], por la vera de aquel río Arimao, como he dicho; [pero] no aprovecha[n] a nadie, y los indios no son muy amigos del trabajo, sino perezosos, que se contentan con poca cosa. Susténtanse con maíz y yerbas cocidas, [y] no son amigos de que les sobre nada. Y este pu[ebl]o de Tancitaro estará [a] diez leguas deste pueblo de Tlapalcatepeque. También se mantienen, los de Tlapalcatepeque, de pescados de aquel río Arimao, y de venados que matan.

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Hablan, los de Tlapalcatepeque, la lengua tarasca y, [a] un cuarto de legua de allí, en el pu[ebl]o de Santa Ana Tetlaman, hablan todos la mexicana como en dentro en México, que está [a] más de setenta leguas de allí.

Dijo DON FERNANDO DE ALVARADO y MARTÍN LÁZARO, testigos desta relación, que conocieron en tiempos de su gentilidad [a] dos gobernadores en Tlapalcatepeque, q[ue] el uno se llamaba TLAZUTZIN; y que, después de la muerte deste, le sucedió el otro, q[ue] se llamó FRAN[CIS]CO COMA, naturales de Tlapalcatepeque: ya son muertos. Dejaron dos hijos, que son ya habidos por gente comú[n], que no se hace caso dellos. Dicen [que], en aquellos tiempos, tenían por rey al CAZONCI, q[ue] era señor desta provi[nci]a de Mechuacan, y a él pagaban el tributo y a éste tenían por señor todos los gobernadores desta provi[nci]a. Dicen [que] le pagaban el tributo en sal yen algodón, y en estas calabazas pintadas q[ue] llaman XICARAS en la lengua mexicana. Y desto pagaban el tributo al CAZONCI. Y ahora lo pagan a su Maj[es]t[ad] en reales (y acuden muy bien con el dicho tributo en reales) y en maíz, porque lo he visto, q[ue] ha tres a[ñ]os que soy su correg[id]or.

Este año de ochenta, en el mes de septiembre, sobrevino tanta la[n]gosta en esta cabecera de Tlapalcatepeque, y en la de Pinzandaro Arimao, que han pensado quedar perdidos, porque les ha comido y abrasado los árboles como si les hubieran puesto fuego, y los sembrados de maíz y algodón, y de otras muchas semillas que tenían sembradas; y [dicen] que ha grandes tiempos que no han visto otra cosa semejante. Ha dejado mucha semilla aquella plaga.

Llámanse, los animales desta tierra, en la lengua tarasca. Los caimanes que andan en los ríos se llaman USPI, y en la mexicana se llaman AQUETZPALI; y el león, PUQUl, y en la mexicana se llama TEQUANI; y los venados, en la tarasca, se llama[n] AXUNI, y en la mexicana se llama[n] MAZATL; en la tarasca, a las culebras llaman ACUITZE y, en la mexicana, COATL; y a los raposos, en la tarasca, llaman HIUATSI y, en la mexicana, COYOTES; llaman en la lengua mexicana, al tigre, OCELOTE y, en la tarasca, TSITSIS PUQUI.

Aunque parece no haber necesidad de poner estas menudencias, quise ponerlas, porque algunos que son curiosos querrán saber lo que no han visto, y, también,

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se me manda, por la Instrucción q[ue] me envió su Ex[celenci]a, que dé muy particular c[uen]ta de todo lo que hubiere, como sean cosas notables en esta mi jurisdicción. Y, con esto, pienso dar fin en lo que toca a Tlapalcatepec, pues todos los pu[ebl]os de tierra caliente son casi de una calidad. Y, así, quiero [ahora] dar razón de la cabecera de Pinzandaro Arimao.

El pueblo de Pinzandaro Arimao es otra cabecera desee corregi[mien]to, y es llamado Arimao porque estaba, antiguamente, este pueblo fundado cerca de un río que se dice Arimao. Y, después, le pasaron [a] dos leguas de allí, a do mudó el nombre, y se llama el sitio adonde está ahora asentado Pinzandaro, que quiere decir este nombre "lugar de cierta fruta que, en la lengua tarasca, se llama PINZANI", [por]que hay gran cantidad de árboles desta fruta en el d[ic]ho pueblo; y, así, fue derivado el nombre del dicho pueblo a la fruta de los dichos árboles y, por la traslación, tomó el nombre del río Arimao, y, así, se llama Pinzandaro Arimao. Tiene asiento llano, a do hay muchas y hermosas huertas de cacao, aunque son pequeñas. Tienen, a las vueltas destas huertas, cantidad de platanales y, en tierras húmedas y en veras de arroyos, son los árboles muy frescos, como he dicho antes tratando más largamente de la propiedad dellos y de los árboles del cacao, q[ue] no dará disgusto saberlo; y, ansí, no me detendré en tornarlo a referir, pues va todo en esta relación.

Han sacado en este pu[ebl]o de Pinzandaro un muy hermoso golpe de agua los indios, que atraviesa por mitad del pu[ebl]o, que es cosa muy hermosa de ver. De aquella agua se sirve todo el pu[ebl]o, y riegan todos sus huertas de cacao y platanales. Podrían, si se quisiesen dar maña los naturales desta cabecera, tener muchas más huertas, porque tienen gran cantidad de tierras muy buenas y mucha agua para regañas; [pero] son gentes viciosas, holgazanes: contén-tanse con cualquier cosa; no son nada codiciosos, amigos de estar ordinariamente en casa. Cogen plátanos todo el ario, tantos en un tiempo como en otro. Cogen dos veces en el año cacao, una vez por Navidad y otra por san Juan; la cosecha de Navidad es la mejor. Y ansí, ni más ni menos, cogen dos veces en el año maíz porque lo siembran en tierras de riego; este maíz es el pan que comen, y aun también nosotros lo comemos a falta de trigo, y es pan de mucha sustancia. Tiene tres nombres en la lengua: en las Islas se llama maíz, y este vocablo es el que más se trata generalmente, y en la lengua mexicana se llama TAULE,

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y, en la destos tarascos, se llama AHTZlRI. Es gran mantenimiento y tiene tanta sustancia como el trigo; son los granos más gordos dos veces q[ue] garbanzos. Cuécenlo con cal o con ceniza y, después de muy cocido, lávanlo mucho y muélenlo en unas piedras ásperas hasta que lo hacen masa muy blanca. Y hácenlo, en las palmas de las manos, unas tortillas delgadas y pónenlas en un comal, que es como una cazuela grande de barro, y fuego debajo, y allí echan aquellas tortillas a cocer, y son muy buenas de comer.

Tiene este pu[ebl]o de Pinzandaro, por sujetos, a un pu[ebl]o q[ue] se llama Coyndo: tiene doblada gente que la cabecera; y tiene otro pu[ebl]o que se dice Huisto; tiene otro pu[ebl]o que se dice Chupirio, que quiere decir en la lengua tarasca "en la casa del fuego"; tiene otro sujeto que se dice Tangamacato: éste está [a] una legua de Pinzandaro; y Coyndo está [a] cuatro, y Huisto está [a] siete pequeñas, y Chupirio está [a] más de quince leguas de Pinzandaro. Éstos son los sujetos que tiene Arimao. Tendrá esta cabecera de Pinzandaro Arimao, con todos sus sujetos, poco más de doscientos tributarios. Este pueblo de Chupirio es nuevamente fundado. Es de su Maj[es]t[ad] esta cabecera, y sus sujetos.

Dijeron los viejos de Tlapalcatepeque q[ue] conocieron [a] dos gobernadores de Arimao, que el uno se llamó, en su gentilidad, ZUMITE, y su hijo, que fue bautizado, se llamó DON JUAN. Y deste DON Ju[AN] quedaron dos hijos y una hija: el ma[y]or de los dos se llama DON LÁZARO, y el otro se llama DON JUAN GÓMEZ. Hócese poco caso dellos entre los naturales: ya son todos iguales.

En todas estas tres cabeceras hay hospitales, de los cuales, y de todas las iglesias de las Indias, es patrón su Maj[es]t[ad]. Los curas vicarios y religiosos suelen meter la mano, muchos dellos, a tomar cuentas a los hospitales, y les quitan los dineros y frutos y otros bienes de los d[ic]hos hospitales que tienen para el sustento de los pobres, diciendo que son menester para sus iglesias y monasterios, para ornamentos, misales y cálices, cruces, campanas y otras cosas: y suelen estar los hospitales sin ornamentos y sin sustento para los dichos pobres, por esta razón. Y, en capítulo de frailes, ha acaecido llevarles las camas de los pobres para dormir los frailes, y no se las volver. Yo lo he visto, tomando c[uen]ta a un hospital de mi jurisdicción, y quedar los miserables pobres sin camas. Y los mayordomos y priostes no les osan ir a la mano, como son sacerdotes y religiosos, y desto reciben gran vejación los dichos pobres. Y, muchas veces, lo han querido remediar los alcaldes mayores y corregidores, que son obligados

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a tomar las dichas cuentas a los dichos hospitales como ministros que son de su Maj[es]t[ad], que es patrón Bellos, y hay grandes trabajos con los dichos clérigos y religiosos. Seria [conveniente], siendo su Maj[es]t[ad] servido, [que] fuesen visitados por la real Justicia y que hubiese libro, cuenta y razón de los bienes de los dichos hospitales, cada un año inventariándolos.

Aunque parece va fuera de la materia, quiero contar una cosa que vi. Un hidalgo tenía una huerta en las minas de Guaxacatlan en que en ella tenía cantidad de coles, lechugas, ajos y cebollas y otras muchas verduras, y, entre ellas, tenía una era de habas; y tenía, cabe la huerta, unos grandes hormigueros de unas hormigas grandes que, en esta tierra, llaman "ladronas", que no dejan cosa que no rob[e]n de noche. Y, [como] entraban en la huerta deste hidalgo, determinó, viéndose afligido dellas, de las expeler de allí con cercar la huerta de agua de un arroyo pequeño que pasaba cabe la huerta. Y como lo pensó lo hizo. Y, echada el agua, estuvieron las hormigas, siete u ocho días, que no osaron ofender a la dicha huerta, por la defensa del agua. Viéndose perdidas y sin remedio de poder entrar, acordaron de juntarse y cargarse de pajas en sus bocas, y ponerse encima de la corriente por do venía menos agua. Y comenzaron a echar gran cantidad de pajas por la corriente abajo, y había unas raicitas que salían por cima del agua de la zanja que había hecho [el hidalgo] para echar el agua, y, en ellas, se prendieron las pajas que echaban las dichas hormigas y [que] venían por la corriente abajo. Y, de las pajas que se asieron en las dichas raíces, se hizo una puente tan ancha como cuatro dedos, y más; y por allí entraron aquella noche, y le cortaron toda la era de las habas y la pasaron, por la puente, a do tenían sus hormigueros. Yo lo vi, y un LORENZO GUTIÉRREZ, y JUAN DE LEYVA y FRANCISCO PÉREZ, que [las hormigas] tenían dos costales grandes de hoja de las dichas habas arrimadas a sus hormigueros. Y el s[eñ]or de la huerta nos llamó a todos los dichos [para] que viésemos aquella hazaña. Así que no nos debemos espantar de los hechos maravillosos que hacen los soldados y capitanes famosos, pues éstas nos dan aviso y ejemplo. Y, así, el s[eñ]or de la huerta determino de se rendir a ellas, porque le pareció no bastar su entendimiento contra gente tan mañosa. Y yo vi que les dejó ]a huerta franca, y vi que a otro vecino hicieron la misma obra, y les dejó asimismo la huerta.

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