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Parecióme contar otro caso notable de las mismas hormigas, que me contó un caballero que se dice PEDRO DE VILLEGAS, señor de Uruapa, y es persona a quien se le puede dar todo crédito. Contándole yo este hecho que vi de las hormigas, me dijo:
—No os maravilléis, porque, siendo yo alcalde mayor y capitán en aquella frontera de los Chichimecas, yendo con ciertos soldados a correr la tierra, por el camino por do íbamos vimos dos muy grandes hormigueros de unas hormigas grandes, los cuales estaban a frente el uno del otro, y salían de las casas a gran priesa, yendo a embestir las unas con las otras Y, viendo esto, nos paramos a ver en qué paraba. Y fuéronse llegando, y arremetieron con tanta furia las unas con las otras, que fue cosa maravillosa. Y pegaron tan reciamente, que se hacían [gran daño] y cortaban las cabezas unas a otras.
Y [me refirió] que fue tan porfiada la batalla que hicieron, que quedaban grandísima cantidad de cabezas y cuerpos por el suelo; y, así, se fueron huyendo y retrayendo, la una parcialidad, hacia la cueva a do habían salido, y las otras, vencedoras, fueron en su seguimiento hasta meterlas en la dicha cueva, haciendo en ellas las dichas muertes. Y [relató] que vieron cómo entraban las vencedoras tras ellas en la dicha cueva, y cómo sacaban, en las bocas, muchas cabezas que habían quitado a las que se habían retraído.
Ansí que no me espanto de lo que vi de las que vi, que hicieron ]a puente para el entrar a la huerta.
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Digo que habrá en estas tres cabeceras, de Tancitaro, T[l]apalcatepeque y Arimao Pinzandaro, mil y qui[nient]os tributarios, [y] digo que se hallarán entre ellos más de seiscientos caballos, q[ue] tienen pata su servicio y granjerías en que tratan muchos dellos. Y, aunque no los tuviesen, se perdería poco, porque son hombres y se hacen diestros de a caballo; porque son muchos: hay, para cada uno de nosotros, más de mil hombres. Guárdanos n[uest]ro Señor milagrosamente, porque hay entre estas gentes indios bulliciosos, y amigos de novedades y de inquirir y saber, y andan ya al modo de los españoles y hanse hecho, muchos dellos, buenos escribanos y lectores. Ansí que me parece no sería malo irles en algunas cosas a la mano, [por]que ya hemos visto [a] algunos dellos ponerse barba a barba con los españoles, y cáusalo que son muy favorecidos de las justicias, porque ansí nos lo mandan los que nos gobiernan. Y, en alguna manera, tienen razón, porque no podemos vivir sin ellos; [pero], si no fuesen tan favorecidos, serían harto más humildes. Helo visto, que, viéndose algunos destos ladinos a caballo, topan a un español en otro caballo, yendo de camino. Aguarda aquel español le quite el sombrero primero, [y no lo hace]• y así indignan terriblemente [a] algu[n]os malsufridos, y, ansí, van a ellos y les dan con los sombreros en los ojos, y así les hacen que tengan respeto a los cristianos. Y, verdaderamente, es todo menester, porque es gente que quiere ser tratada ásperamente, que, de ciento, no hallarán uno que haga virtud por bien. Y ansí se lo dio por consejo MOTECZUMA al MARQUÉS DEL VALLE: que, tratándolos mal, le servirían bien, y no de otra manera.
Ansí que, siendo su Maj[es]t[ad] servido, mi parecer es que, si no fuese algún gobernador o principal, no trajesen caballos. Si quisiesen traer sus mercadurías, [convendría que] las trujesen en mulas y machos, u otros jumentos que hay ya en la tierra [y] que valen baratos. Diré lo que me pasó habrá un año, yendo desde Tancitaro a Méx[i]co. Llegué a un pu[ebl]o que se dice Santiago, sujeto del pu[ebl]o de Ucareo, era a puesta de sol, y, a la entrada del d[ic]ho pu[ebl]o, hallé a un alguacil indio y díjele: —"Hermano, ven conmigo y hazme dar recaudo, y pagártelo he." No quiso, antes se escondió e hizo esconder a los demás del d[ic]ho pueblo. Y no hubo, por mi
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dinero, quien me diese un jarro de agua. Y [al] otro día de mañana, cuando salí del pueblo, andaban escaramuzando en sus caballos por el campo como españoles.
Y, ansí desta manera, una gente que es la más torpe de toda la que se ha descubierto en las Indias, que se llaman chichimecos, que en la lengua mexicana aqueste nombre quiere decir "linaje de perros", hanse hecho tan diestros de a caballo, que aguardan a los españoles que van por los caminos reales y pelean con ellos terriblemente, y han muerto [a] gran cantidad dellos, porque es un camino muy necesario y, todos los días del mundo, pasan por él gran copia de españoles, y unos van a las veces acompañados de otros y, otras veces, van solos. Y, ansí, han muerto a muchos dándoles muertes muy cueles, cortándoles por las coyunturas del cuerpo y desollándoles las cabezas, y quitándoles las mercadurías y armas y caballos. Y hanse hecho tan diestros a caballo, que ya salen a los cristianos, con sus caballos y arcabuces, a pelear con ellos. De manera que, si no se remedia, se podría cenar el camino de los Zacatecas, a do viene a su Maj[es]t[ad] gran suma de plata de las minas. Así que se deb[er]ía remediar esto, siendo su Maj[es]t[ad] servido, pues podemos tomar ejemplo en el sucesa de Granada, dándolos por esclavos perpetuos a todos los que fuesen para tomar armas.
No se halló, en Pizandaro Arimao, que pudiese deponer viejo ninguno del tiempo de su infidelidad, y, ansi, se tomó el dicho de aquellos dos viejos de Tlapalcatepeque, que conocieron a los gobernadores de Arimao Pinzandaro.
Hay, en aquellos montes de Pinzandaro, unos animalejos a manera de lagartos, que son fieros a maravilla a la vista de los hombres. Críanse entre peñas, a la manera de la vivienda de los lagartos, y verdaderamente son muy buenos de comer: tómense en días de cuaresma, y las hembras tienen muchos huevos, y aun van a caza dellos: son, para aq[ue]llos días, preciados, y llámanse iguanas; aunque son, como digo, a manera de lagartos, son como unas sierpes que pintan. Hay, [también], unas aves muy entendidas, que, traídas por casa, hablan muy brevemente, como son guacamayas y una manera de picazas de Castilla, y tres o cuatro géneros de papagayos, y otros géneros de pájaros que es una manera de gorriones de España, que éstos son de mucho precio (q[ue] valen, por la armonía de su canto, más de cuarenta y cincuenta ducados) y llámanse estos pájaros, en la lengua mexicana, CENTZONTLATOLl,
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que quiere decir en la lengua mexicana "cuatrocientas lenguas". Hay lechones, digo, cebones, en estos montes, grandes, tan grandes como grandes cebones de Castilla: tienen el ombligo encima del lomo. Hay gran diferencia de aves y de animales, muy diferentes de los de España, así como las mismas frutas y en las demás cosas de comer.
Los tiempos [son] todos diferentes, que acá comienzan a venir las aguas por mayo y se acaban por noviembre, todo al revés de España; acá cogen su pan por noviembre y, en España, los siembran, y no de riego. Acá va todo desta manera, diferente de Castilla. En muchas partes, se coge otro [pan] por san Juan, que es de riego. Hay pocas veces necesidades, porque se mantienen con yerbas cuando les falta el pan: es su comida, y lo mismo son raíces de muchas yerbas; que, aunque algún año les venga avieso el año, no lo sienten como nosotros, que no sabemos comer sin pan, y aunque, de cuatro o cinco a[ñ]os a esta parte, se han muerto en esta Nueva España, de pestilencia, más de doscientas mil personas, a[I grado de] quedar los pu[ebl]os sin gente, despoblados, y quedar los sembrados sin haber quien los cog[i]ese y los ganados por los campos, sin dueño, que fue una cosa de gran lástima. En lo cual puso gran diligencia el muy ex[celen]te s[eñ]or Don MARTÍN ENRÍQUEZ, virrey desta Nueva España, poniendo muy gran recaudo en que los enfermos fuesen curados, enviando [a] médicos y otros españoles que los curasen, enviándoles muchas conservas y regalos para esforzarlos, y encomendando a los sacerdotes y religiosos que tuviesen gran cuenta con los enfermos y, a los médicos, que mirasen todos los remedios posibles. Y, después de Dios, esta diligencia fue parte para que escapasen muchos.
Este pu[ebl]o de Pinzandaro Arimao está de la ciudad de Valladolid, a do está la catedral, [a] treinta leguas; y T[l]apalcatepeque está [a] treinta y dos, y Tancitaro está [a] veintidós. Está Tancitaro, de la villa de Zamora, [a] quince leguas; y Pinzandaro, [a] veintiuna; y T[l]apalcatepeque, por Perivan, [a] dieciocho o diecinueve, por malos caminos de muchas quebradas y montes.
Desde Tancitaro a la ciudad de México, por el camino más derecho, hay sesentidos leguas, y mal camino, y, por otro que es algo mejor, hay sesentiséis; a la ciudad de Guadalajara, que es en el nuevo reino de Galicia; que por otro nombre se llama Jalisco, hay por el camino más derecho, desde Tancitaro allá, treinticinco leguas, y, si quieren ir por otro que es mejor, hay de cuarentá leguas. Allí está la Audiencia Real y, por presidente, el señor DOCTOR J[E]R[ÓNI]MO DE OROZCO, y dos oidores y un fiscal; está vaca la Silla habrá cuatro años: dicen [que] viene obispo en esta flota, [pero] no se sabe de cierto. Ha venido, en esta flota deste año de