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y de mucho efecto; traía cada indio, en un carcaj de cuero de venado, cuarenta y cincuenta flechas, metido el carcaj en la pretina que traían de cordel. Salían a la guerra muy aderezados con cuentas blancas de piedra de poca estima y de hueso blanco (algunos traían chalchihuitl, que quiere decir “piedra preciada”), y con muchas guirnaldas de pluma de muchos colores, que ellos sacaban de papagayos y guacamayas, y [de] otras aves galanas y garzas. Usaban, algunos, de macanas y maquahuitl, que son las dichas macanas; de estas traían los muy valientes, porque se acercaban tan cerca de sus enemigos que, con aquellas macanas o mazas, daban gran golpe a sus enemigos. Usaban de rodelas, de unas varas muy recias y muy entretejidas, que defendían bien cualquier fuerza de flecha, o golpe de porra o maza. Peleaban con mucha gritería y alharacas.
Andaban, en tiempo de su gentilidad, todos ellos desnudos en cueros, sin ningún género de cobertura. Usaban, todos ellos, de andar calzados con cactles, que son “cotaras”, o alpargates de hilo de maguey o de cueros de venado. Traían, los más de ellos, un espejo colgando en las nalgas, y ésta tenían por gran gala. Las mujeres andaban, de la cintura abajo, con unos faldellines o mantillas muy cortas, que les llegaba a la rodilla, y, de la cintura arriba, desnudas. Estas mantillas o faldellines llaman queytl [cueitl]; hacíanlas y tejíanlas de yerba que ellos llaman zacaxihuitl, que quiere decir “yesca”, y de esto, como está dícho, hacían sus naguas; y, ni más ni menos, tejían y hacían frezadas y mantas para cubrirse de noche, de esta yesca. Las mujeres se ocupaban en guisar o hacer de comer, y traer leña e hílar; tratábanse mal; eran muy puercas: lavábanse muy pocas veces, ellos y ellas. Vivían juntos en sus ranchos, que eran unas casas redondas y bajas; en cada uno de los ranchos o casas vivían cuatro y cinco indios casados, con sus mujeres. En aquellos dichos ranchos
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no usaban del adobe, de que ahora usan.
El traje y vestir, de que ahora usan en este dicho pueblo, son mantas de algodón, cuadradas y atadas por los dos cantos, y métenla por la cabeza; encima de los hombros traen una y dos de estas. Usan de zaragüelles, sayos, jubones de algodón; algunos de ellos se visten de paño, de lo que acá tejen españoles, de todas colores, y con capotes, y algunos usan de mantas, zaragüelles y jaquetas de lana, de ovejas de las que hay por esta comarca, que les traen a vender. Traen, todos generalmente, sombreros de fieltro de Castilla, y muchos usan sayal vetado y de todos colores; usan de zapatos de vaqueta y botas de cuero de venado, que les traen a vender de la provincia de Ávalos: andan polidos y bien aderezados. Cúbrense, de noche, con frezadas que traen a vender mercaderes que vienen de la Ciudad de México. Las mujeres andan, todas, cubiertas de algodón y lana de ovejas, negra y blanca; danse mucho a hilar. Traen un género de faldellín, que llaman queitl [cueitl], que les llega, de la cintura abajo, hasta los tobillos, como está dicho: son negras y blancas, que ellas y tejen, y otras que traen de las provincias comarcanas a vender, muy galanas y de muchas labores. Traen, de la cintura arriba, un género de ropillas cortas que les llega hasta el ombligo, abiertas por tres partes, por medio y a los lados, donde meten la cabeza y los brazos, y cerrado por los costados; y muy galanas: unas, vetadas de blanco y negro, y, otras, de amarillo y colorado y otros colores, con muchas rosas en ellos. Todas, generalmente, llevan cobijas blancas en las cabezas, de algodón, blancas, que ellas tejen; otras las llevan de ruán de fardo, que compran de los mercaderes que por este pueblo pasan. Algunas de ellas andan calzadas con jervillas. Y estas cobijas se ponen cuando van a la iglesia, y, las que andan de esta manera cubiertas, son, por la mayor parte, puercas. Précianse de traer el cabello tendido y peinado.
Los mantenimientos, de que usaban en tiempo de su gentilidad, era maíz cocido, hecho de ello unos bollos que llaman ellos tamali, y poleadas de maíz
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y maíz tostado, [al] que llaman cacalotl o izquitl, calabazas, frijoles, chile, cebolletas de la tierra, huaxin (que es una comida de poca sustancia), sal que entre ellos usaban, de salitrales, en poca cantidad. Cazaban venados y conejos, gallinas de la tierra (que ellos criaban), de las otras, montesas, y perrillos que llamaban chichitones, que los criaban sólo para comer; culebras, ratones, tejones, tigres, y otras sabandijas: cocían estas carnes en hoyos con muchos guijarros. Comían mucha caza de volatería: grullas, ánsares pardas y blancas, patos, garzas, y otras muchas aves que hay en esta comarca: eran, en tiempo de su gentilidad, grandes cazadores. Bebían mucho pulque, que es vino de maguey. Los árboles frutales que ellos tenían eran ciruelas coloradas y amarillas, de buen sabor, fruta enferma: tenían poca cantidad; mezquites, que son algarrobas, fruta sana; zapotes, fruta enferma; huamustles, fruta sana; aguacates, fruta sana; guayabas, fruta sana. Danse algunos plátanos en las quebradas de los cerros, en poca cantidad.
Usan, hoy día, de todas las cosas y frutas que antes usaban, excepto las carnes silvestres, y, del maíz, hacen tamales y tortillas delgadas y otros muchos atoles, y nuevos guisados que del maíz hacen con mucha más policía que antes; comen vaca, carnero, puerco, gallinas de Castilla, pan; comen otras muchas más comidas que solían, más géneros y más en cantidad, después de la venida de los españoles, y muchas más frutas. Porque, en tiempo de su gentilidad, no comían más de lo que en su comarca había y cogían; ahora como los demás géneros que en otros pueblos se dan, que les traen a vender; sírvense con más policía: cuecen las carnes en ollas, y espúmanlas; beben cacao molido y hecho un brebaje, que antes no usaban, y vino de maguey y de Castilla. Por manera que, de cuatro partes, tienen hoy día las tres, de más comida y géneros.
Dicen los antiguos que, en tiempo de su gentilidad, vivían muchos más años y tiempo que ahora, y que ninguno de ellos moría por enfermedad, sino [que], de puros viejos, venían a abrirse o quebrarse por
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el espinazo; y, si algún mancebo o moza moría, lo tenían por cosa de gran espanto. Dicen que vivían cien años, y ciento y diez; vivían muy sanos, y las enfermedades que tenían eran calenturas, tos y romadizo. Dicen que, el vivir más tiempo en los pasados y más sanos, lo causaban las pocas comidas enfermas que tenían y las pocas salidas que hacían, porque no andaban ni caminaban más de sola su comarca, y la mayor jornada era de una legua o dos, y ésta contra enemigos a que eran forzados. Estaban, lo más del tiempo, ociosos: no se ocupaban sino en hacer flechas, y las sementeras que hacían eran en poca cantidad; andaban, como está dicho, ociosos, y sólo las cosas de la guerra les forzaba a salir este camino que está dicho. Y la causa que entre ellos se halla de vivir tan poco como viven hoy día, dicen que son las muchas frutas que hay, [las] muchas comidas, y las salidas que hacen a otras provincias, de treinta y cincuenta y dieciocho leguas de jornada, y el haberlos sacado de las quebradas y laderas de las serranías. Y esto se entiende de este capítulo.
16. Al dieciséis capítulo se responde que todos los naturales de este pueblo tenían su poblazón en unas laderas altas, y [en] quebradas de una serranía grande que está junto a este pueblo, obra de una legua, a la parte de norte, la cual dicha sierra llaman Quauhtepetl, que quiere decir “el águila” o “la sierra del águila”. no saben dar la razón por que se llamó ansí, más de que sus antepasados la llamaban de este nombre, o por haber muerto o visto en ella alguna águila, o por ser la más alta que hay en su cordillera. Subiéronse en aquellas laderas por ser altas y ásperas y estar fortalecidos, y porque señoreaban todo el valle donde hoy día están poblados. Tiene de largo esta comarca, o su jurisdicción, siete leguas, tomado de oriente a poniente, y por el ancho, de norte [a] sur, tres leguas. Llaman la comarca los naturales, en su lengua, Iquajocho o Toquajocho. Y esto se responde a este capítulo.
17. Al diecisiete capítulo, se responde que este dicho pueblo de Ameca está asentado en sitio y puesto malsano, húmedo y enfermo, de muchas neblinas. Entiéndese que la causa de su humedad es por pasar río por
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muy cerca de él, que algunas de las casas caen al mismo río. Las enfermedades que entre los naturales son más comunes, [son] tos y romadizo, y, para esta enfermedad, usan de una yerba que llaman tlacopahtli [tlacopatli], molida y bebida y puesta en la frente. Tienen tercianas y, para esta enfermedad, usan de una yerba que llaman yauhtli y de una que dicen zenpoaljochitl [cenpoalxochitl], molidas estas yerbas y desleídas en agua, y con aquella agua se bañan el cuerpo, por ser cosa muy fría para las calenturas. Tienen dolor de costado y tabardete: tienen, por remedio, las pencas de maguey, que hay gran cantidad [al margen: ojo] en esta comarca, y, con el zumo de las sus pencas, se untan y beben de él, y con las raíces de otra yerba que llaman tetlatiani. Tienen sarna, paperas y bubas: usan, para estos males, de una trementina de unos árboles que llaman copalquahuitl y de una yerba que llaman, o la raíz de ella, que llaman camitl [camotl]; ésta es una yerba que, a los que están tullidos, dan a beber, aquellas raíces muy cocidas, y con el agua de ellas los purgan. Es tan fuerte y hace tanta operación, que los destulle, y purgan por las vías ordinarias, por boca y ojos, y quedan sanos. Hay en esta comarca una raíz, para purgar muy por extremo buena, que de muchas partes vienen por ella, que llaman la “raíz o purga de Jayamitla”; hay, sin éstas, otras muchas yerbas purgativas. No usan estos naturales de purgas ni de sangrías. Duermen, todos los naturales, en bajo, en el suelo, con una estera que echan debajo, y muy delgada, de caña o carrizo. Y esto se responde a este capítulo.
18. Al dieciocho capítulo, se responde que este dicho pueblo tiene serranías a una parte y a otra de su asiento. La una serranía está a la parte del norte, a una legua de este dicho pueblo, que llaman, como está dicho, Quautepeque, que quiere decir “el águila” o “cerro del águila”; la razón por que se llamó ansí, está dicho en el capítulo dieciséis. Su cordillera corre de levante a poniente, hacia la mar, muchas leguas; son sierras altas y ásperas. Tiene, ni más ní menos, otra cordillera de serranía muy alta, que corre de levante a poniente muchas leguas, dos leguas