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chichimecas, que es tanto como decir, entre nosotros, "montañeses" o "extremeños", por ser el apellido más il[ust]re de los que hay entre estos naturales. Por su mucho valor y esfuerzo, estos chichimecas señorearon la mayor y mejor parte desta Nueva España, y este pue[bl]o de Tequixquiac; en especial, un señor q[ue] llamaron ACULMIZTLI, el cual tuvo mando sobre ellos muchos a[ñ]os, con otros que, por su fin, le fueron sucediendo, de cuyos nombres, los que ahora son, tienen poca noticia. Lo que tributaban los súbditos a sus señores era: mantas de algodón y [he]nequén (que parece anjeo), y plumas y aves y otras menudencías de montería, e instrumentos de guerra. Adoraban al Demonio en figura de piedra y pato labrados, con diversas divisas, y, así, hablaban con él todas las veces que querían. Y, para más obligarle, le ofrecían sangre que se sacaban de las orejas y lengua y narices, invocándolo para las cosas de que tenían necesidad, creyendo que, para el remedio dellas, era todopoderoso, por la ceguedad en que en aquellos tiempos vivían, como gente que carecía de la luz evangélica. Tenían estos naturales, por costumbre, de comerse unos a otros cuando se vencían unos a otros en las guerras, y hacíanse otras crueldades notables. Tenían, cada señor en su pue[bl]o, sus leyes y ordenanzas para la guarda de su república, las cuales guardaban con grande observancia: y, a los transgresores dellas, los apedreaban, y lo mismo hacían al ladrón y al adúltero, y a los que cometían otros delitos; de suerte que, [en] la ejecución de sus leyes, eran tan severos que a ninguno la perdonaban. Cada uno podía tener tres y cuatro mujeres, y éstas les servían en sus torpedades todo el tiempo que les parecía, hasta que las trocaban por otras o las aburrían. [A]l que moría enterraban luego, sentado en una sepultura honda, y allí le ponían mantas, y comida y dos o tres cántaros de vino de la tierra, q[ue] ellos
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llaman PULQUE, lo cual hacían porque decían que los difuntos caminaban para otro siglo, y q[ue] les era nec[esari]o llevar[lo] para q[ue] comiesen por el cami[n]o. En cuanto al capítulo quince: Los naturales deste dicho pue[bl]o dicen que, el modo que tenían los señores que los gobernaban, era que, el que vencía [en] una batalla y en ella se señalaba, éste quedaba por señor hasta que moría; y, por su fin, sucedía el hijo o más cercano pariente: y, así, de muy bajos que eran, quedaban por señores. Hacían sus leyes para el buen gobierno de su república, y, aunque estaban ciegos y sin lumbre de fe, las dichas leyes eran muy rectas; porque castigaban al ladrón con mucho rigor y, lo mismo, a los q[ue] cometían otros delitos, con mucha severidad, con lo cual hacían temerse y todos procuraban hacer el deber. Tenían otras costumbres buenas unos con otros, en amarse, supuesto que todos generalmente procuraban tiranizarse, por las persecuciones que entre ellos solía haber. Los indios deste pue[bl]o de Tequixquiac traían guerra con los de Tlaxcala y Otumba y Tezcuco, y otros pue[bl]os gruesos de la comarca, y muchas veces se mataban en campo formado. Unos con otros peleaban con arco y flecha, y macana y honda. El traje de la guerra era todo de pluma, cubiertas las cabezas con unos casquetes q[ue] hacían de hilo de [he]nequén, y rodelas de caña y de mimbre. Las comidas de su gentilidad era yerbas y raíces del campo y frutas silvestres, y aves y sabandijas y culebras, y cosas de montería y otras sabandijas. Muchos dellos comían maíz, aunque no todos, por ser tantos. Ahora comen, todos, maíz y frijoles y chile, y casi todo lo que la gente española come, como es pan, y carne de vaca y carnero, y aves y cosas de montería; que no les falta todo lo nec[esari]o para la vida humana. Usan mucho la miel del maguey, que es cosa excelente para la salud; aunque, juntamente con esto, hacen della vino, que ellos llaman PULQUE,
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con el cual se embriagan, que es vicio que ellos hacen con grandísima insolencia. Y es causa de su perdición, porque cometen, con [la] embriaguez, grandísimas torpedades y excesos gravísimos. Dicen que solían, antiguamente, vivir mucho más que ahora, y tanto, que de puros viejos venían a morir. Vivían muy sanos y valientes, porque dicen que no tenían los cuerpos habituados a tanto regalo como el día de hoy: porque andaban desnudos al sol y al aire y al frío, y estaban curtidos en trabajos, [y] porque nunca sabían q[ué] cosa era holgar ni tener buena cama, ni los regalos que hoy alcanzan. Dicen que algunas veces venía pestilencia sobre ellos en su antigüedad, de que morían grandísima suma dellos, y esto era de tarde en tarde. Curábanse con bebedizos de yerbas, y raíces del campo que provocaban a vómito y purga, y [que] las enfermedades que comúnmente tenían era calenturas y fríos. Y al presente es casi lo mismo, aunque padecen otras como la gente española, como es dolor de costado, y postemas y fiebres y tabardetes, lo cual, por n[uest]ros grandes pecados, ha permitido Dios que dure, desde el año pasado de setenta y seis hasta ahora, que no cesa. Y cada día se van acabando y consumiendo sin remedio, porque es el mal tan recio, que los arrebata en tres, cuatro días.
En cuanto al capítulo dieciséis: Este pue[bl]o de Tequixquiac está fundado en un valle muy llano que está en medio de unas lomas, que tiene, por los lados, a un cerro grande que cae a p[ar]te de occidente. Y, por el dicho valle, corren unos arroyos de agua salobre, de donde tomó el nombre de Tequixquiac. Es lugar malsano, por ser el suelo muy húmedo y casi todo de ciénegas, y ser los aires agudos, porque hieren demasiadam[ent]e en aquel valle; y, así, nunca faltan entre los naturales enfermedades. Hay, en los términos deste pue[bl]o, muchas heredades de españoles, donde cogen trigo, maíz y cebada, y hay muchas estancias de ganados ovejuno y vacuno, y cabras y puercos. Llámase comúnm[ent]e esta provi[nci]a la Teotlalpa, que quiere decir "tierra de los dioses".
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En cuanto al capítulo [diecisiete]: El asiento deste dicho pue[bl]o es de la forma referida en el capítulo antes deste, por lo cual, y por la incapacidad y desconciertos desta gente miserable, siempre andan enfermos: porque naturalmente son inclinados a la borrachera y a otros excesos, y [a] comidas y bebidas, q[ue] los acaban; especialmente que, de ordinario, se bañan en baños calientes y, luego, se van al agua fría, y, desta suerte, se tullen y mueren. Los remedios que ahora hacen es sangrarse, aunque pocas veces apetecen las medicinas de los españoles, salvo los mexicanos, que casi siguen en todo n[uest]ro uso. No se sangran de las venas, sino de la p[ar]te donde tienen el dolor, con unas navajas, porque no alcanzan el arte de la barbería; aunque, en muchas partes, hay indios q[ue] lo entienden, pero es entre los muy ladinos, como está referido, q[ue] los demás son como brutos. En cuanto al capítulo [dieciocho]: Este pue[bl]o de Tequixquiac dista, de la sierra nevada y del volcán, como catorce leguas, que es una de las cosas más de ver que hay en esta tierra, así por la altura y grandeza de la sierra, como por las grandísimas montañas que en ella hay, y por las muchas fuentes y ríos que della salen, y otras particularidades que irán en la descripción della, a q[ue] me refiero. Esta sierra y volcán está[n], como dicho es, [catorce] leguas deste pue[bl]o al sur.
En cuanto al capítulo [diecinueve]: Este pue[bl]o de Tequixquiac no tiene cerca de sí más de un río q[ue] llaman el de Tulla, [a] cuatro leguas dél, el cual corre mucha y muy buena tierra desta Nueva España a la parte de occidente, en el cual se toman algu[n]os géneros de pescado en esta comarca y, en la tierra [a]dentro, donde él va muy crecido, se toman otros muchos. En muchas partes, se saca este río para riegos de trigo y maíz y huertas, y para molinos, y podría ser mucho más aprovechado, si se intentase.
En cuanto al capítulo [veinte]: En la comarca deste pue[bl]o, hay alg[un]os ojos y fuentes de agua, no de mucha grandeza, salvo una laguna que está en el pue[bl]o de Citlaltepec, desta jur[isdicci]ón, de que se ha h[ec]ho ya mención en su lugar.
En cuanto al capítulo [veinte y uno]: En este pue[bl]o hay muchos árboles silvestres de fruta muy buena, como es el de la tuna, que es la más sana y gustosa de cuantas hay en la Nueva España.
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Y, asimismo, hay otra fruta q[ue] llaman CAPULI, que es como cereza de España, [y] no me[n]os sabrosa y sana; hay otras frutas, como son manzanas, y otras que no son de tanta estima como las primeras. El árbol del CAPULLI, y el de la manzana de la tierra, es madera muy recia para todo lo que quisieren, salvo el de la tuna, que [es] muy débil y sin fuerza. Hay otro árbol que llaman el maguey, que es el mejor y de más provecho de cuantos hay en estas p[ar]tes, porque da sobre veinte frutos, como son vino, vinagre, miel, diacitrón de la tierra, hilo, aguja, clavos, leña, y madera p[ar]a cubrir casas; y [hay] otras muchas [frutas], que deben ser ya muy sabidas en n[uest]ra España. Frutas de Castilla, hay duraznos, membrillos, albaricoques, peras, manzanas, higos, uvas, y todo género de hortaliza, como es coles, lechugas, cebollas, rábanos, yerbabuena, perejil, culantro, alcauciles, nabos, zanahorias, chirivías, escarolas, [y] mucha rosa de Castilla, clavelinas, y otros géneros de yerbas y rosas y flores de n[uest]ra España. Y los naturales se dan mucho a sembrarlo y cogerlo, con otras muchas semillas de la tierra, como son chile y chian y HUAUHTLI, y otras legumbres a su modo que son de poca cuenta.
En cuanto al capítulo [veinte y seis]: Los naturales deste dicho pue[bl]o tienen muchos géneros de yerbas y raíces medicinales, con q[ue] se curan sus enfermedades; algunas dellas son venenosas, y que los suelen matar, por tomarlas sin orden ni sazón.
En cuanto al capítulo [veinte y siete]: Los dichos naturales no tienen género de animal doméstico, si no es perrillos pequeños. Aves, tienen gallinas y patos y ánsares, y también crían puercos y ovejas y cabras. Animales bravos, hay en los campos y cerros deste pue[bl]o, como son venados, liebres, conejos, zorrillos, leones, comadrejas [y] tuzas, que habitan debajo de la tierra, y, raposos, lobos casi al modo de los de España. Suelen venir por Navidad grullas, ánsares y otros géneros de aves, y, en este pue[bl]o, hay de ordinario patos reales; [y], bravos, corvejones, cuervos, buharros, gavilanes, halcones, mochuelos, gaviotas, garzas y codornices, y otros muchos géneros de aves campesinas.