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Año 1, Tomo 1, Volumen 1

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y buscará en otra parte algo más que halague su inteligencia y tal vez su corazón.

Si la mujer, como lo tenemos experimentado en muchos casos, tiene una inteligencia que no es refractaria al estudio ni a la ciencia, cultívela en buen hora. Profundice los ramos que desee adquirir y nutra su espíritu con la dulce savia del saber; pero es preciso hacerle comprender que no porque ella y el mundo la juzguen instruida e inteligente debe envanecerse, pues la modestia es el timbre de más valer que tiene el sabio.

A la madre, pues, corresponde a la vez que trazar y enseñarle la senda que conduce a los deberes de esposa, el de instruirla en la difícil tarea de hacerse amable y dulce, tierna y aplicada; y sólo ella deberá infundirle el amor a la virtud, que es la base sobre la que debe descansar el edificio, que quizás más tarde, tendrá que soportar el enorme peso de la desgracia.

Mª DE LA LUZ MURGUÍA.

MUJERES DE NUESTRA ÉPOCA

Escrito para "Las Hijas del Anahuac", por la Señora Concepción Manresa de Pérez

Cuando vemos en el horizonte de la ignorancia disiparse las nieblas y descubrimos la perspectiva de nuestro porvenir: cuando el derecho democrático lo vemos impreso en el gran libro de la humanidad, y sus leyes amoldadas en el corazón de los pueblos latinos las vemos regir con extricta justicia para gloria y regocijo de la América de Colón; nuestro espíritu se enagena de goces infinitos al considerar que la mujer material que ayer vivía oscura y silenciosa al pie de la cuna de sus hijos, que no podía educar porque sólo servía para nodriza, ha despertado hoy para la vida del progreso inspirándose en la cultura moderna y en los ejemplos de la eterna Roma, que fué grande y poderosa un tiempo, porque sus matronas supieron amamantar ciudadanos para el Derecho.

Ahogada para siempre la estulta preocupación de los hombres de antaño, de que la mujer instruida era nociva á la sociedad, porque su instrucción le hacía perder su carácter de madre cariñosa y de sacerdotisa del hogar; los hombres de la moderna edad, más prácticos y más científicos, más justos y menos egoístas, despreciando los anti.- guos sistemas y las enmohecidas costumbres y derribando de un golpe esas fábulas sin moraleja, condujeron á la mujer al Templo de Minerva, y la mostraron el magnífico Santuario de las Ciencias y las Artes, como el sendero más corto para la paz y el bienestar de la gran familia Universal.

Y maravilla la enorme cifra, verdaderamente gigantesca, que dedican los pueblos más civilizados para el fomento de la Instrucción Pública y para dilatar las fronteras del saber humano, y vemos con infinita satisfacción que Francia eleva actualmente á 132 millones de francos el presupuesto de la instrucción, cuando en el reinado del primer imperio no pasaba de cuatro mil francos.

En Inglaterra, el presupuesto se acerca á 136 millones de francos y el ciudadano inglés cuesta al Estado, bajo el punto de vista de la instrucción, unos 4 francos por persona.

Italia gasta hoy 52 millones de francos entre el Estado, las provincias y los municipios, cuando hace 25 años no gastaba la tercera parte.

España consagra á este servicio cerca de 30 millones de francos, cifra que se elevará en la actual Legislatura, según ha ofrecido su Ministerio al contestar la briosa defensa del eminente jurisconsulto cubano D. Rafael María de Labra, en favor de la causa del progreso y del movimiento pedagógico contemporáneo.

Y por último, New York, patria de los grandes benefactores de la humanidad y de los más serios, solícitos y eficaces promovedores de la grandeza nacional, consigna su Estado solamente, (pues no conocemos con fijeza las enormes cantidades que los particulares han legado para robustecer la enseñanza,) la suma de 70 millones de francos para su población de 5 millones de habitantes, ó sean 14 francos por cada persona.

De tales beneficiose disfrutamos las mujeres de esta época, libre de las rutinarias prescripciones del enfermizo tradicionalismo y ávidas, como los hombres modernos, de nutrir su cerebro por medio del estudio y de la observación.

Ya comienzan á producir sus frutos las simientes implantadas, y México, que marcha con paso firme por la senda progresiva de la civilización, merced al orden y á la paz de que disfruta, nos ofrece como evidente muestra de sus adelantos a nuestra querida redactora, la Srita. Matilde Montoya, que ha recibido últimamente el grado de Doctora en la Escuela de Medicina, después de sustentar un brillante examen.

También la Srita. Margarita Chorné recibió en México su título de Dentista; y la inolvidable Srita. Micaela Hernández, cuya biografÌa daremos á conocer en breve, después de haber ejercitado la noble carrera del Magisterio, fundó una imprenta en Querétaro para enseñar á sus discípulas el arte tipográfico. Y entre la numerosa pléyade de profesoras mexicanas que con magnífico éxito han sobresalido en sus exámenes, vemos con admiración y júbilo que un cuerpo más numeroso todavía de Sritas. están matriculadas en las Escuelas profesionales para adquirir carreras facultativas.

Ya, queridas lectoras mías, se disiparon las nieblas que oscurecían nuestro hado, y en la contienda febril del saber con la ignorancia, aparece el iris de la paz definitiva anunciando el triunfo del primero para término de nuestros dolores históricos y como signo de las grandes esperanzas.

No estamos desamparadas, no. Si la desgracia nos deja en la orfandad y vemos que la costura y las labores de la mujer, hoy en manos de los hombres, no nos ayudan á subsistir, no por eso cubriremos de cosméticos y artificios nuestra epidermis para lanzarnos al vicio y recojer el cáncer insaciable y corrosivo de sus consecuencias, sino por el contrario, las ciencias y las artes bienaventuradas nos ofrecerán el pan cuotidiano, sin que por eso olvidemos los deberes de la Religión y los purísimos de la familia.

Vamos á transcribir para estímulo de las que lo necesi-

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Año 1, Tomo 1, Número 2

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Hoy el cuadro ha cambiado por completo, cual si el pincel de un Rembrand hubiese estampado sobre él los tonos enérgicos de su colorido alegre y expresivo; en él todo es nuevo y provechoso; maestros y libros, personal y sistema: el instructor de antaño ha sido remplazado por el profesor y el catedrático modernos, viniendo á formar un cuerpo ilustre y respetable, en el cual descuellan verdaderas entidades científicas, tanto masculinas como femeninas, que consagradas al noble sacerdocio de cultivar la inteligencia humana, difundiendo la luz del saber sobre las brumas de la ignorancia, han sido las estrellas de una aurora que pronto se convertirá en el espléndido día de una cultura general y firme. A la vez, los diversos métodos de enseñanza adoptados en el país, son los que la experiencia producida por la práctica, ha establecido como mejores y más útiles en las más adelantadas ciudades de los Estados Unidos y de Europa, pudiendo decirse que es este el ramo en que más hemos avanzado y que va ensanchándose con mayor rapidez, á medida que van creciendo y trasformándose con los primeros matices de la educación, los instintos y las aspiraciones de las masas. Que estas no se instruyan tan pronto como sería de desear, depende de la obstinada resistencia que la apatía opone al trabajo en las clases ínfimas, y de la abyección que ha ido suprimiendo las necesidades menos apremiantes de la vida, acabando por descuidar hasta las más urgentes, con tal de no tomarse la pena de buscar los medios para cubrirlas; á lo cual ayuda no poco la benignidad y dulzura de nuestro clima, que es el más á propósito para proteger la inercia y la desnudez, muy al contrario de los climas europeos que con el rigor de sus invernales nieves obligan al pobre á proporcionarse el abrigo de una relativa comodidad.

De manera que la cultura que otros pueblos han adqui.- rido, obligados casi por la necesidad, el nuestro tiene que adquirirla, impulsado únicamente por la educación, que es la que debe despertar en él el estímulo y el aprecio de sí mismo.

Las otras clases de nuestra sociedad, es decir, la media y la aristocráica, retardan y perjudican el adelanto de los niños por preocupaciones de familia unas veces, por morosidad otras, y por un consentimiento exagerado las más, sin fijarse la primera en que no hay capital más productivo ni permanente que el que se lega con una honrosa carrera; sin comprender la segunda que por grande que sea la riqueza que se posea, cualquier caudal está expuesto á las eventualidades de la fortuna, y que el saber subsiste siempre, porque sólo termina con la muerte.

Las madres en todas partes son la última expresión del cariño y la ternura; pero podemos asegurar sin temor de equivocarnos, que entre las mexicanas este sentimiento es doblemente poderoso y dominador, por lo que no es extraño que la severidad y la rectitud en la dirección de la niñez, sean también más escasas que en otros países donde subsisten costumbres que, nosotras, las madres mexi.- canas, no podríamos soportar, como es la de mandar á los niños al campo durante la lactancia, entregándolos á manos mercenarias, y la de enviar á los jóvenes, ·ápenas entrados en la pubertad, á hacer un viaje de pura eventualidad y con el solo objeto de que aprendan á buscarse por sí mismos los elementos necesarios á la subsistencia,

Esta última imposición nos parece benéfica y perfecta-

mente apropiada para comenzar á formar al hombre en el momento de concluir su aprendizaje de niño; no así la primera, que nos parece altamente desmoralizadora y perjudicial, pues es contraria no sólo á las leyes del amor, del deber y de la razón, sino á la naturaleza bruta, al animal mismo, que nunca se aparta de sus pequeñuelos mientras se hallan en la infancia y no puedan sostenerse por sí solos, á penas podemos concebir que exista tan repugnante costumbre, entre las razas que por su origen sajón, carecen de la exquisita sensibilidad peculiar á las de origen latino; no admirándonos por lo mismo que sea en Inglaterra donde más generalizada se halla esta negación fenomenal del más grande de los atributos del corazón de la mujer, á la que no podemos concebir que ceda nunca una madre por satisfacer las exigencias del buen tono, entregándose á su comodidad personal, y regalando á la madre de alquiler, á la estúpida e indolente nodriza, las primeras caricias, los primeros besos del hijo de su amor, destinados por Dios y la naturaleza para ella,

No! nosotras lloramos amargamente cuando alguna imposibilidad física nos priva del grato placer de alimentar á nuestros hijos, y muy al contrario de las madres montadas á la inglesa, sentimos la más augusta, la más santa y dulce de las satisfacciones, al sacrificarles con la sangre de nuestras venas el reposo de nuestro sueño. En cambio incurrimos en el defecto, no del demasiado amor, porque nunca puede ser excesivo el que á esos seres de nuestro ser se consagra, sino del amor mal entendido, de la ceguedad del amor, que nos impide á veces ver con absoluta claridad los defectos que debemos corregir y las cualidades que debemos estimular ó inculcar, según hallemos ó no el germen de ellas: en una palabra, con muy pocas y notables excepciones, carecemos de tino y energía para dirigir rectamente la educación de la familia; sabemos en general crear hijos amorosos, pero no formar hombres útiles á sí mismos y á la sociedad en que deben vivir.

Me diréis que de esto se encargan los maestros; y efectivamente, habiendo como hay en la República, un número considerable de escuelas, que sólo en el ramo de instrucción primaria en 1875 ascendía á 8103, número que á esta fecha, aunque ignoramos la cifra actual, debe haber aumentado considerablemente, y á cuyo censo se añadían ya en aquella época 54 colegios de instrucción preparatoria y profesional, agregándose últimamente en las listas de los planteles de instrucción pública la Escuela Normal y la de Párvulos recientemente fundadas; siendo como son notorios los adelantos que se obtienen en dichos planteles; estando como están perfectamente adecuados sus sistemas á las edades y los alcances de los alumnos de ambos sexos, desde la enseñanza de adultos que explica lógica y racionalmente todas las elevadas materias del arte y de la ciencia, hasta la de Párvulos, en la cual en vez de sofocar, de marchitar, por decirlo así, la alegría y la salud de la infancia, imponiéndole una quietud imposible á su temperamento y perjudicial á su salud; en vez de obligarle á aprender de memoria y sin entenderlos, áridos y embrollados textos que aturden su cerebro y ofuscan su inteligencia, se instruye al niño entre juegos y cantos, dando toda la expansión necesaria á sus impulsos, que son los del ave y la flor: aleteos, trinos, sol y luz. Efectivamente, repetimos, de formar la inteligencia de los niños se encargan los maestros; pero nosotras tenemos

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Año 1, Tomo 1, Número 9

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los sentimientos de tristeza, interrumpen los movimientos circulatorios; lo cual debilita el estado físico moral. Es pues, necesario combatir á todo trance todos estos sentimientos desde su aparición, con las armas de la filosofía y con toda la energía de la voluntad,

IV

El aire puro y vital, es una de las condiciones indispensables de salud y de longevidad. El aire de los dormitorios y demás aposentos cerrados ó demasiado calientes en Invierno, se necesita renovarlo con frecuencia, sobre todo, cuando una reunión numerosa ha pasado en ellos la noche; porque habiéndose consumido en parte el oxígeno, por la luz y la respiración de las personas, este aire se hace insalubre.

V

Escoged buenos alimentos, especialmente aquellos que se digieren y se asimilan con facilidad, y cuyos residuos se eliminan sin gases ni esfuerzos.

VI

Las cantidades alimenticias deben estar siempre en relación con las fuerzas digestivas, con los ejercicios físicos y las pérdidas que sufre el cuerpo sin cesar. La persona que gasta mucho en trabajos corporales, debe necesariamente consumir mucho más que la que lleva una vida sedentaria ó que trabaja poco.

En una palabra, la reparación alimenticia debe estar siempre en relación con las pérdidas del cuerpo: comer mucho ó demasiado poco es igualmente perjudicial.

VII

La medicina en el orden terapéutico, como en el patológico, es igualmente útil en caso dado; sin embargo, es preciso no abusar de ella. Las personas que por una ligera enfermedad ó un desarreglo cualquiera, ocurren al médico y tocan este recurso con insistencia innecesaria, se puede pronosticar que nunca gozarán de salud cabal.

REMITIDO

Publicamos con gusto el siguiente artículo con que nos favorece de Metztitlán, una Señorita adicta á la literatura.

INSTRUCCION FEMENIL.

Numerosas personas sostienen que el estudio, lejos de mejorar la condición de la mujer, la hace adquirir nuevos defectos. Confieso que en parte tienen razón; pero esto, no es debido á la instrucción que la mujer recibe; sino á la manera de impartírsela.

Si la máquina de vapor de un ferrocarril es conducida por un ignorante, y se sale de la vía, causando quizá terribles desastres en los pasajeros, ¿Culparemos por esto al vapor, y calificándolo de temible rehusaremos emplearlo en las artes mecánicas justificando así la impericia del maquinista, ó buscaremos hombres aptos que lo conviertan en un poderoso y útil agente del progreso? Optaremos lo

segundo, porque lo primero sería una incalificable necedad. ¿Pues por qué lejos de combatir la ilustración de la mujer, no se procura que encuentre en ella un arma que le ayude á modificar sus defectos en vez de aumentárselos?

Si se quiere que el hombre sea recto, pundonoroso y amante de su patria y de su familia, se debe educar á la mujer; porque siendo ella, la que debe dirigir las primeras inclinaciones del niño, si no las encamina al bien, inútiles serán cuantos esfuerzos se hagan después para cambiarlas.

Plutarco dice que: “si Licurgoes el único de todos los legisladores que ha tenido la gloria de fundar una república, en la cual, la virtud reinó durante quinientos años, fué porque grabó en cera, las sabias costumbres en la infancia,” y tiene razón en creerlo así; porque las impresiones que en esta edad se reciben, difícilmente se borran como lo atestiguan los heroicos esfuerzos que hizo Pedro el Grande, para corregirse del miedo terrible que tenía al agua, originado de que en sus primeros años se había caído en ella.

Analizando las ideas, preocupaciones, costumbres é historia de las naciones antiguas y modernas, no se puede menos de advertir la poderosa influencia que la mujer ejerce en el sexo fuerte. En las varias y accidentadas circunstancias de la vida social, ella ha marcado siempre el poder ó la degradaeión de los pueblos.

Xenócrita se presentó en Canas delante de sus compatriotas con la faz descubierta y se cubrió en presencia del opresor de su patria, diciendo que '“en realidad éste era el único hombre que veía, porque los que envilecidos soportaban la tiranía, eran indignos de llevar el nombre.”

A estas palabras, los habitantes de Canas recobran el honor y sacuden el yugo ominoso que los oprimía.

Elena, con su maravillosa y fatal hermosura causó el aniquilamiento de un poderoso imperio asiático, alcanzando una triste celebridad. Las lacedemonias, alabando ó satirizando en sus canciones á los jóvenes, reanimaban en ellos el amor á la virtud; pero después, con sus impúdicos ejercicios, los precipitaron en el libertinaje y la corrupción.

Los sabinos, empuñando las armas que la venganza había puesto en sus manos, presentan batalla á los roma- nos: las romanas, llenas de dolor y desesperación se arrojan entre los dos ejércitos con sus tiernos hijos en los brazos exclamando: ¡Crueles! ¿qué vais á hacer? estos son nuestros esposos: aquellos nuestros padres y hermanos! Las armas caen y aquellos guerreros deponiendo sus odios, se estrechan en fraternal abrazo.

A la voz de Veturia, Coriolano abandona los muros de Roma que estaba pronto á destruir: pero en la época de los emperadores, y cuando Roma se encaminaba á la decadencia, las romanas, demostrando que la crueldad nace en medio de los deleites, aumentaron las desdichas de su patria con sus infamias, disoluciones é intrigas.

Una joven aldeana con su valor y energía, salva á los franceses de la opresión de Inglaterra.

Catalina de Médicis llenó de luto y desolación á la Francia; y por último, sólo una mujer, comprende el sublime pensamiento de Colón y le ayuda á realizarlo.

Como se vé por estos ejemplos el influjo que el sexo débil tiene sobre el fuerte puede ser la base de la virtud ó el pedestal del crimen, y he aquí, por qué la mujer debe instruirse; pues mal podrá ser buena esposa y excelente ma-

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Año 1, Tomo 1, Número 10

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poco se ha recibido la última pincelada de cultura y refinamiento social. Así es que no es extraño que púdicas jóvenes parodiando á repugnantes personajes, manchen el santo tabernáculo depositario de su honor, y el ángel metamorfoseado así en vil escoria, quiera ocultar en vano sus impuros harapos en el vicio: vorágine espantosa! Esto sucede con las jóvenes de pasiones enérgicas é inflamables que no tienen por salvaguardia el deber; las impresionables ó débiles se inoculan de un falso romanticismo que las hace delirar con imposibles, con ideales que jamás encontrarán porque sólo existen en la visionaria imaginación de esos envenenadores del alma. Mas no se concreta á esto la maléfica influencia de las malas novelas, sino que también se hace extensiva á los jóvenes ahogando el germen de su virtud y caballerosidad, y por imitar al Marqués de H. ó al Barón de C., que según leen, pasan su vida en la molicie, en impuros pasatiempos y despilfarros, creen hallar en el tapete verde, el venero que les proporcionará la realización de sus criminales ensueños. Y así de abismo en abismo, son arrastrados vertiginosamente á laberintos cuya única salida buscan luego en el cañón de una pistola. Cuán bello y distinto es el panorama que extiende en nuestro absorto espíritu el estudio de obras sensatas y provechosas, cuyos horizontes se dilatan hasta el infinito convirtiendo el pensamiento humano de pigmeo en atleta, que avanza por el seguro derrotero que conduce al más grandioso perfeccionamiento intelectual; en águila que afanosa inquiere, porque huella el espacio esa pléyade infinitade lucientes astros queen apacible noche contemplamos; que busca el por qué de los múltiples colores del bellisimo arco-iris, y de otros tantos fenómenos tan hermosos como admirables, y atrevido quiere penetrar en las espesas sombras del sepulcro. Por último, elabora las más sublimes concepciones del arte, y condor majestuoso se eleva en su insaciable anhelo, hasta tocar las célicas mansiones del Edén! Tal es el pensamiento humano nutrido de sabios conocimientos; ¿por qué pues no cultiváis el vuestro, bellas é inteligentes compatriotas, y coadyuváis poderosamente á dar un soberbio mentís á los retrógrados y Zoilos pesimistas que, como justamente dice un escritor: temen que la mujer meta la hoz en su campo y les arrebate los laureles del ingenio y de la ciencia? Romped ya y emancipaos de las oprobiosas cadenas de la ignorancia; convertíos en astros luminosos del cielo del arte, y veréis qué bien sienta á vuestra frente los lauros de la victoria sobre las tinieblas de la ignorancia! Cierto es que no existen en nuestra patria institutos ó academias literarias como en España, Inglaterra, Alemania, Austria y otras naciones que sería prolijo mencionar; pero no olvidéis que es más brillante el triunfo obtenido con desiguales armas, y mayor será la grandeza de nuestra gloria. Además, no es la centuria presente como las pasadas, en que tanto se vilipendiaba á la mujer, aun en la clásica Grecia y en la ilustrada Roma, patrias de inmortales genios; ya se hace preciso romper el poderoso dique de necias preocupaciones, y que se desborden caudalosos torrentes de ilustración y de progreso en las mentes femeniles; porque mientras la mujer no ocupe un lugar distinguido en el mundo intelectual, no podrán escalarse las difíciles pendientes del perfeccionamiento civil! ELVIRA LOZANO VARGAS.

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Año 1, Tomo 1, Número 14

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exponiendo nobles y puras doctrinas. En tiempo de los Reyes Católicos Dª Francisca de Lebrija reemplazaba lucidamente á su padre, catedrático de Retórica en la universidad de Alcalá; explicaba Dª Lucía de Medrano en la de Salamanca; admirablemente comentaba á los más difíciles autores latinos y hablaba el idioma de estos Dª Beatriz Galindo, íntima amiga de Isabel la Católica; se distinguían también por su saber la marquesa de Monteagudo y Dª María de Pacheco, hija del conde de Tendilla. Más tarde brilló Luisa Sigea, tan erudita é inmerecidamente desgraciada, ¿Cómo en España, donde fulguró esa pléyade; donde nació la doctora de Avila; donde cantó cual Píndaro y emuló á Sófocles, la insigne cubana Avellaneda y hoy florecen las Sras. Arenal, Sinués, Pardo Bazán, muéstrase lamentable tibieza respecto á lsainstrucción de la mujer? Bien sé que para esta se fundó en Madrid por generosa iniciativa del Sr. D. Fernando Castro, una escuela de institutrices, á la cual agregose posteriormente una de comercio. ¿Por qué Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza, no han seguido el ejemplo de la capital? ¿Por qué ni en esta ni en aquellas se establecen escuelas para enfermeras, así como escuelas industriales para mujeres?

En pro de la instrucción femenil van mostrando creciente empeño varias naciones de Europa. En muchas ciudades ha fundado Francia cursos superiores para señoritas, lo propio que, en París, una escuela de contabilidad y otra de dibujo, ambas para adultas.

Además de ofrecer el imperio alemán numerosas escuelas primarias á las niñas, no olvida la segunda enseñanza de las adolescentes. Berlín posee siete escuelas superiores para señoritas: tres sostenidas por el Estado, y las demás por el municipio. También existe la escuela Real, análoga á las anteriores, y que, entre sus secciones, comprende una escuela normal gratuita. Para ingresar en ella es preciso tener diez y seis años, pertenecer á familia de limpia fama y, en un examen, tanto oral como por escrito, acreditar conocimientos de la lengua patria y la francesa, Escritura, Aritmética, Geografía é Historia. En la escuela modelo ó Müsterschule de Francfort se combinan ingeniosamente, como en los Estados Unidos, los ejercicios gimnásticos de las señoritas con la música y el canto. En 1872 el reino de Prusia contaba 260 escuelas superiores para el bello sexo y 47 los demás estados del imperio alemán, con un total de 44,221 alumnas. La culta ciudad de Leipzig, la gran librería de Europa, ha reparado al fin la incuria con que miraba la enseñanza de la mujer, antes reducida á la lectura y escritura. Bajo el patronato de la princesa de Prusia y varios personajes se ha fundado en Berlín el Liceo de Victoria, donde á las adolescentes se dan conferen cias de Historia natural, Historia universal, Historia del arte y de las principales literaturas. Hasta donde es posible, las disertaciones sobre la última materia se hacen en el idioma de la nación respectiva.

Para las mujeres se han organizado en Hungría cursos científicos y literarios. Muchas de aquellas desempeñan allí destinos en las oficinas de telégrafos y correos y con buen éxito se han examinado algunas en taquigrafía. Cosa parecida ocurre en Rusia con apoyo del Gobierno, En la se-

suda Inglaterra se han fundado numerosas asociaciones, ya para instrucción de la mujer, ya para protejerla en sus esfuerzos por crearse un ventajoso porvenir. Las Universidades las admiten á examen: en uno celebrado por la de Cambridge las materias más lucidamente probadas fueron Historia nacional, francés y latín. Tampoco ha descuidado Italia asunto de tal importancia; por lo que en él han hecho merecen la Confederación helvética y Suecia simpatía y respeto profundos.

Notorios son los conflictos de la delicadeza femenil en ciertas enfermedades ante la precisión de acudir á un médico: por extremo tristes han sido á ocasiones las consecuencias. Los Estados Unidos franquean á la mujer el estudio de la Medicina y Cirujía y es ya crecido el número de las que, con saber y capacidad innegables, ocúpanse en curar á personas de su sexo y á niños. En 1870 el rey de Suecia abrió á las mujeres de su país el ejercicio de la Medicina. En la distinguida Universidad de Zurich han estudiado aquella ciencia muchas damas y señoritas rusas. Yo creo que á la presente civilización corresponde que en todos los países haya escuelas especiales donde la mujer aprenda medicina sin los actuales inconvenientes.

Me he extendido algo sobre enseñanza femenil, no solamente porque es un rasgo muy notable de la instrucción pública en los Estados Unidos, sino que también porque recuerdo estas felices palabras del conde de Maistre: “En el regazo de la mujer se forma lo más excelente del mundo, esto es, un hombre de bien y una mujer honrada".

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