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los sentimientos de tristeza, interrumpen los movimientos
circulatorios; lo cual debilita el estado físico moral.
Es pues, necesario combatir á todo trance todos estos
sentimientos desde su aparición, con las armas de la filo-
sofía y con toda la energía de la voluntad,

IV

El aire puro y vital, es una de las condiciones indispen-
sables de salud y de longevidad.
El aire de los dormitorios y demás aposentos cerrados
ó demasiado calientes en Invierno, se necesita renovarlo
con frecuencia, sobre todo, cuando una reunión numerosa
ha pasado en ellos la noche; porque habiéndose consumido
en parte el oxígeno, por la luz y la respiración de las
personas, este aire se hace insalubre.

V

Escoged buenos alimentos, especialmente aquellos que
se digieren y se asimilan con facilidad, y cuyos residuos
se eliminan sin gases ni esfuerzos.

VI

Las cantidades alimenticias deben estar siempre en re-
lación con las fuerzas digestivas, con los ejercicios físicos
y las pérdidas que sufre el cuerpo sin cesar. La persona
que gasta mucho en trabajos corporales, debe necesaria-
mente consumir mucho más que la que lleva una vida se-
dentaria ó que trabaja poco.

En una palabra, la reparación alimenticia debe estar
siempre en relación con las pérdidas del cuerpo: comer
mucho ó demasiado poco es igualmente perjudicial.

VII

La medicina en el orden terapéutico, como en el patoló-
gico, es igualmente útil en caso dado; sin embargo, es pre-
ciso no abusar de ella. Las personas que por una ligera
enfermedad ó un desarreglo cualquiera, ocurren al médi-
co y tocan este recurso con insistencia innecesaria, se pue-
de pronosticar que nunca gozarán de salud cabal.

REMITIDO

Publicamos con gusto el siguiente artículo con que nos
favorece de Metztitlán, una Señorita adicta á la literatura.

INSTRUCCION FEMENIL.

Numerosas personas sostienen que el estudio, lejos de
mejorar la condición de la mujer, la hace adquirir nuevos
defectos. Confieso que en parte tienen razón; pero esto,
no es debido á la instrucción que la mujer recibe; sino á
la manera de impartírsela.

Si la máquina de vapor de un ferrocarril es conducida
por un ignorante, y se sale de la vía, causando quizá te-
rribles desastres en los pasajeros, ¿Culparemos por esto al
vapor, y calificándolo de temible rehusaremos emplearlo
en las artes mecánicas justificando así la impericia del ma-
quinista, ó buscaremos hombres aptos que lo conviertan
en un poderoso y útil agente del progreso? Optaremos lo

segundo, porque lo primero sería una incalificable nece-
dad. ¿Pues por qué lejos de combatir la ilustración de la
mujer, no se procura que encuentre en ella un arma que
le ayude á modificar sus defectos en vez de aumentárselos?

Si se quiere que el hombre sea recto, pundonoroso y
amante de su patria y de su familia, se debe educar á la
mujer; porque siendo ella, la que debe dirigir las primeras
inclinaciones del niño, si no las encamina al bien, inútiles
serán cuantos esfuerzos se hagan después para cambiarlas.

Plutarco dice que: “si Licurgoes el único de todos los le-
gisladores que ha tenido la gloria de fundar una repúbli-
ca, en la cual, la virtud reinó durante quinientos años, fué
porque grabó en cera, las sabias costumbres en la infan-
cia,” y tiene razón en creerlo así; porque las impresiones
que en esta edad se reciben, difícilmente se borran como
lo atestiguan los heroicos esfuerzos que hizo Pedro el
Grande
, para corregirse del miedo terrible que tenía al
agua, originado de que en sus primeros años se había caí-
do en ella.

Analizando las ideas, preocupaciones, costumbres é his-
toria de las naciones antiguas y modernas, no se puede
menos de advertir la poderosa influencia que la mujer
ejerce en el sexo fuerte. En las varias y accidentadas cir-
cunstancias de la vida social, ella ha marcado siempre el
poder ó la degradaeión de los pueblos.

Xenócrita se presentó en Canas delante de sus compa-
triotas con la faz descubierta y se cubrió en presencia del
opresor de su patria, diciendo que '“en realidad éste era
el único hombre que veía, porque los que envilecidos so-
portaban la tiranía, eran indignos de llevar el nombre.”

A estas palabras, los habitantes de Canas recobran el
honor y sacuden el yugo ominoso que los oprimía.

Elena, con su maravillosa y fatal hermosura causó el
aniquilamiento de un poderoso imperio asiático, alcanzan-
do una triste celebridad. Las lacedemonias, alabando ó
satirizando en sus canciones á los jóvenes, reanimaban en
ellos el amor á la virtud; pero después, con sus impúdicos
ejercicios, los precipitaron en el libertinaje y la corrup-
ción.

Los sabinos, empuñando las armas que la venganza
había puesto en sus manos, presentan batalla á los roma-
nos: las romanas, llenas de dolor y desesperación se arro-
jan entre los dos ejércitos con sus tiernos hijos en los bra-
zos exclamando: ¡Crueles! ¿qué vais á hacer? estos son
nuestros esposos: aquellos nuestros padres y hermanos!
Las armas caen y aquellos guerreros deponiendo sus odios,
se estrechan en fraternal abrazo.

A la voz de Veturia, Coriolano abandona los muros de
Roma que estaba pronto á destruir: pero en la época de
los emperadores, y cuando Roma se encaminaba á la de-
cadencia, las romanas, demostrando que la crueldad na-
ce en medio de los deleites, aumentaron las desdichas de
su patria con sus infamias, disoluciones é intrigas.

Una joven aldeana con su valor y energía, salva á los
franceses de la opresión de Inglaterra.

Catalina de Médicis llenó de luto y desolación á la Fran-
cia
; y por último, sólo una mujer, comprende el sublime
pensamiento de Colón y le ayuda á realizarlo.

Como se vé por estos ejemplos el influjo que el sexo dé-
bil tiene sobre el fuerte puede ser la base de la virtud ó el
pedestal del crimen, y he aquí, por qué la mujer debe ins-
truirse; pues mal podrá ser buena esposa y excelente ma-

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