| 8poco se ha recibido la última pincelada de cultura y refi-
namiento social. Así es que no es extraño que púdicas
jóvenes parodiando á repugnantes personajes, manchen
el santo tabernáculo depositario de su honor, y el ángel
metamorfoseado así en vil escoria, quiera ocultar en vano
sus impuros harapos en el vicio: vorágine espantosa! Esto
sucede con las jóvenes de pasiones enérgicas é inflamables
que no tienen por salvaguardia el deber; las impresiona-
bles ó débiles se inoculan de un falso romanticismo que
las hace delirar con imposibles, con ideales que jamás
encontrarán porque sólo existen en la visionaria imagina-
ción de esos envenenadores del alma. Mas no se concreta
á esto la maléfica influencia de las malas novelas, sino
que también se hace extensiva á los jóvenes ahogando el
germen de su virtud y caballerosidad, y por imitar al Mar-
qués de H. ó al Barón de C., que según leen, pasan su vida
en la molicie, en impuros pasatiempos y despilfarros, creen
hallar en el tapete verde, el venero que les proporcionará
la realización de sus criminales ensueños. Y así de abismo
en abismo, son arrastrados vertiginosamente á laberintos
cuya única salida buscan luego en el cañón de una pistola.
Cuán bello y distinto es el panorama que extiende en nues-
tro absorto espíritu el estudio de obras sensatas y prove-
chosas, cuyos horizontes se dilatan hasta el infinito convir-
tiendo el pensamiento humano de pigmeo en atleta, que
avanza por el seguro derrotero que conduce al más gran-
dioso perfeccionamiento intelectual; en águila que afa-
nosa inquiere, porque huella el espacio esa pléyade infini-
tade lucientes astros queen apacible noche contemplamos;
que busca el por qué de los múltiples colores del bellisimo
arco-iris, y de otros tantos fenómenos tan hermosos como
admirables, y atrevido quiere penetrar en las espesas som-
bras del sepulcro. Por último, elabora las más sublimes
concepciones del arte, y condor majestuoso se eleva en su
insaciable anhelo, hasta tocar las célicas mansiones del
Edén! Tal es el pensamiento humano nutrido de sabios
conocimientos; ¿por qué pues no cultiváis el vuestro, bellas
é inteligentes compatriotas, y coadyuváis poderosamente
á dar un soberbio mentís á los retrógrados y Zoilos pesi-
mistas que, como justamente dice un escritor: temen que
la mujer meta la hoz en su campo y les arrebate los laureles
del ingenio y de la ciencia? Romped ya y emancipaos de las
oprobiosas cadenas de la ignorancia; convertíos en astros
luminosos del cielo del arte, y veréis qué bien sienta á
vuestra frente los lauros de la victoria sobre las tinieblas
de la ignorancia! Cierto es que no existen en nuestra pa-
tria institutos ó academias literarias como en España,
Inglaterra, Alemania, Austria y otras naciones que sería
prolijo mencionar; pero no olvidéis que es más brillante
el triunfo obtenido con desiguales armas, y mayor será la
grandeza de nuestra gloria. Además, no es la centuria
presente como las pasadas, en que tanto se vilipendiaba
á la mujer, aun en la clásica Grecia y en la ilustrada Ro-
ma, patrias de inmortales genios; ya se hace preciso rom-
per el poderoso dique de necias preocupaciones, y que se
desborden caudalosos torrentes de ilustración y de pro-
greso en las mentes femeniles; porque mientras la mujer
no ocupe un lugar distinguido en el mundo intelectual,
no podrán escalarse las difíciles pendientes del perfeccio-
namiento civil!
ELVIRA LOZANO VARGAS.
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