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mantas de algodón, maíz, y otras cosas que se dan en esta provincia.
Adoraban en ídolos de piedra, a quien tenían de costumbre
sacrificar los corazones de los indios que prendían en las guerras,
ofreciéndoselos y rociándolos con su sangre.
15. Traían guerras, éstos, con los mexicanos, a quien siempre resistieron
y, en algunas batallas, vencieron y prendieron [a] muchos de ellos.
También guerreaban con los de Colima y Zacatula, y a éstos siempre los
sujetaron. Peleaban desnudos en cueros, con sólo un peto hecho de
hilos de maguey muy tejidos, que es defensa fuerte. Sus armas eran
macanas de palo, que unos son a manera de clavas y, otras,
como espadas anchas; y lo que más usaban eran arcos y flechas. Su traje
era como el de los demás indios, y, el que ahora traen, también;
aunque los zaragüelles son más largos y angostos que los que usan
los mexicanos, y son más amigos del traje y hábito español que otros.
En tiempo de su gentilidad, eran sus mantenimientos maíz, calabazas
y frijoles y chile, carne de venado y pescado, de que hay mucha abundancia,
y lo mismo es ahora. Vivian mucho más sanos, y duraban y multiplicaban
más, y nunca se vio entre ellos pestilencia, como se ha visto
y ve cada día, después que se conquistaron; y, sin comparación, era
mayor el número de gentes que había que ahora. La causa de esto no se
sabe: todo se atribuye a la disposición divina. Dicen los antiguos
que, en tiempo de su infidelidad, el vicio era menos y que, de treinta
y cuarenta años, no conocían los hombres mujer; y no comían
ni bebían como ahora, en que son extremadamente viciosos. Y,
a esto, se podrían atribuir sus enfermedades.
17. El temple de esta dicha ciudad es sano, aunque algo frío y húmedo, de donde,
entre los naturales, hay muchas bubas: mal contagioso [al] que suelen
llamar “mal francés”. Las enfermedades son las que ordinariamente
hay en las Indias: tabardete, dolor de costado; y los
remedios son los ordinarios.
18. Cerca de esta dicha ciudad, hacia la parte del sur, hay una cordillera
grande, de sierras altas y pedregosas que llegan casi hasta
ella; y, a la sierra mayor, llaman los naturales Costio, que
quiere decir “sierra ancha”.
20. A la banda del norte, [a] un cuarto de legua de esta dicha
ciudad, hay una grande laguna de agua dulce, donde se cría
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