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teniente. Por lo cual ahora les suplico que ustedes vean bien si es buena esta conducta de Isidro González, que empuja a los ministros del Rey. Ahora pido que sea bien castigado como merece por su delito y que se le haga causa bajo esta mi declaración. Así lo pido porque, como ustedes ven, ya nadie vive con miedo, ya no se respeta a la Justicia, y por eso no pasaremos más, y si no se hace, buscaré dónde remediarlo. Sebastián Hernández, alcalde. Hice con la orden del alcalde, Bernabé Agustín, escribano. En el pueblo de San Esteban Nueva Tlaxcala, a los doce días del mes de noviembre del año mil seiscientos noventa y tres, se leyó este escrito arriba mencionado en el que da parte al gobernador, alcalde y Regimiento. Y cuando ya lo escucharon el gobernador y todo el cabildo en esta Casa de Cabildo, entonces por orden de la Justicia, el alguacil mayor y el teniente sacaron al preso Isidro González para que también escuchara el escrito en el que se mencionan sus acciones con las que faltó al respeto al alcalde. Y también allí vieron el gobernador y todo el cabildo y Regimiento cómo entró en las Casas de Cabildo el dicho Isidro González con media vara rota en su mano. Y habló con voz fuerte, se enfureció y dijo que él no estaba borracho y dijo que verdaderamente no eran sus acciones [las que] le imputaba el alcalde. Por ello le dijeron que no hablara con voz fuerte en las Casas de cabildo ante la Justicia. Y la vara no quiso, él solo la entregó hasta que se levantó Lucas Nicolás, regidor, y le quitó la vara. Ya entonces vieron como era la culpa del dicho Isidro González, y el gobernador ordenaba que se le castigara, que se le azotara. Entonces el alcalde

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