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tos, los enemigos no les hacen daño alguno. Todo esto, aunque no se hubieran conocido dichos Pimas Bajos
en los insultos, y muertes, era prueba bastante para discurrir, estar unidos pues no sólo es discurso, si-
no que así gente de razon, como Yaquis asaltados del enemigo, y peleado por bastante tiempo, los
han conocido, y aún les han llamado al tiempo de la refriega por sus nombres. Con que a todo esto
que diremos, sino que la enfermedad, y contagio va, como cáncer, cundiendo, y que se necesitan serias
providencias, y prontas, antes que tome más cuerpo la enfermedad: esas solas de esa corte podrán di-
manar, informado el Señor Capitán General. Esta sublevación comenzó por solos Jerez. Omito
la guerra, que continuamente han dado los Apaches: por que estos jamás se han sujetado. Comenzó pu-
es con sólo los Jerez, se añadieron después los Pimas Altos; se vio, que ya a cara descubierta hostilizan
también los Pimas Bajos, y sino se pone reparo, sera imposible, que los Yaquis se contagien? A
mi parecer es cosa muy factible: habló con la experiencia de haber vivido entre ellos 24 años: son
indios, como los otros, [veleidosos], inconstantes, amigos de hurto, de la libertad de conciencia, sin ver-
güenza, y que no tienen mucho que perder. Se ven en continuos sustos por los atentados de los
enemigos, sin quietud, ni sosiego en sus Pueblos, sin lugar para poder sembrar para su susten-
to, sin poder salir de sus casas, y a buscar sus semillas, y raíces, ya a sus tráficos, y comercios:
porque por todas partes hayan peligros: con que no juzgo imposible, que se metan debajo de las ban-
deras de los aliados, para no experimentar sus extorsiones; y si los Yaquis hacen estas tre-
guas, o paces con los enemigos, aunque no sea por hostilzar ellos, sino únicamente para te-
ner buen cuartel; y por eso se convienen, en que no recibirán mal; pero que no les estorben el
paso, que no se les opongan, como hasta aquí los han estado haciendo, será imposible que se
pierda la tierra del todo? creo, que no habrá, quien diga lo contrario. Pues que diremos, si la lija,
treguas, o pases son para hostilizar? Se podría decir entonces, que no es perdida irreparable.
No sé, si habrá, quien lo diga, y pregunto: será imposible, que esto suceda? Pregunto, no ya, sí
será imposible, será difícil? De ninguna manera. Hasta ahora sólo los Yaquis mantie-
nen la tierra, sin que se acabe de perder; sólo en los Yaquis estriva la pérdida total de
todas estas Provincias; sólo los Yaquis son el yunque de todos los golpes; en sus pueblos solos el-
los defienden la entrada al enemigo, y exponen sus pechos a las jaras contrarias: fuera de sus
Pueblos sólo los Yaquis dan socorro a Baroyeca, a Tesopaco, a los Cedros, y a otras partes, don-
de los llaman. Si la escolta de Buenavista sale a alguna expedición, y seguir al enemigo,
luego se auxilia de los Yaquis: y con qué sueldo están obligados estos infelices, para estar provi-
stos a correr 30, 40, 50 leguas, o más? En qué caballos, con qué víveres? El sueldo es ninguno, nin-
gunos los caballos, ninguno el bastimiento, sino al que ordinariamente les damos los misione-
ros para estas correrias, y esto, cuando con tiempo lo sabemos, y tenemos, y ellos no lo tie-
nen: porque no pueden sembrar, como ya dije, por estar en continuo movimiento en los
montes, caminos reales, y otros poblados, a donde los llaman: lo que sus pobres mujeres
siembran, es para mantener sus hijos: lo que los misioneros cosechamos, ayudándonos
de muchachos, es lo único, que les podemos ministrar, y otras veces van sin bastimiento
alguno a veer la raíz, o frutilla, que en el camino la fortuna les depara. Este trabajo no
mellara la constancia de los indios Yaquis? Este trabajo tan ímprobo, tan continuado
por tantos años no hará, que basile la constancia más fuerte? Pues que haran en la incons-
tancia, y veleidad de los indios? Ni se puede decir, que son Naciones opuestas, que mutuamente
están agraviados: porque no menos opuestos eran los Seris, y Pimas Altos: no menos opuestos
eran Seris, Pimas altos, y Pimas bajos; y con todo eso ya los experimentamos unidos;
ya veemos que no se acuerdan de sus agravios; ya veemos, que el Demonio se los ha borra-
do de la memoria, y todos los conspiran en la desolación de estas Provincias. Jamás se pen-

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