Pages That Mention China
Año 1, Tomo 1, Número 19
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Esta es una palabra que se oye por todas partes y que suena como moneda corriente. Fulano es rico, todo un gallardo mozo, pero no tiene educación. Zutana es bonita, pero.... y su familia ¡vamos! si carece de educación. Y siempre y por doquiera aparece ese eterno estribillo. Si quisiésemos se nos diera una definición correcta, por qué y en qué consiste la educación, difícilmente la podríamos obtener, aun de aquellas personas que motejan á otras en este sentido. Muchos dirán: pues la palabra es tan clara que no necesita explicación. Y es que la educación la adapta el individuo á su voluntad, comprendiéndola de distintas maneras y en diversas formas. Unos la hacen consistir en observar un estilo ceremonioso y afectado en el cual abundan de tal manera las cortesías y los cumplimientos, que fastidian al que por desgracia tiene que tratarlos frecuentemente; otros en no olvidar el día del santo de sus amigos, su cumpleaños, el aniversario de su matrimonio, todas las fechas memorables; no dejándolas pasar desapercibidas y que se les crea desatentos y mal educados; y en las señoras es casi una falta el no llevar la moda en todo su rigor y exageración. ¿Y á esto se puede llamar educación? De ninguna manera. Ella está ligada sin duda alguna con todos los deberes que el hombre ó la mujer contraen desde que vienen á la vida, sea cual fuere el lugar de su nacimiento, la religión que profese ó las leyes que le rijan; pero tiene que formarse de tres puntos precisos y necesarios para que sea completa: el religioso, el político y el social.
La religión es la base de que parten los otros dos, y estas creencias de la niñez podrán ser erróneas, pero son las que marcan en el corazón del hombre la conducta que seguirá más tarde, aun cuando haya nacido en China ó en Turquía. La política, para cumplir los deberes de ciudadano y las obligaciones que contrae con su patria; y la social, su porvenir, el respeto y consideración de sus semejantes y la tranquilidad y felicidad del hogar. Unidas estas, es lo que puede constituir una perfecta educación. De aquí se deduce, que se puede ser sabio á la vez que malvado, millonario é ignorante, trabajador y laborioso, pero rudo y grosero; y que á pesar de ser útil á sí mismo y á los demás, bien por el empleo que tiene ó por la profesión que ejerza, ni es feliz ni mucho menos, porque la una sin las otras deja un vacío imposible de satisfacer y el cual puede ser causa de la desgracia del hombre ó de la mujer. El verdadero mérito no consiste solamente en ser buen matemático, un hábil cirujano ó un notable abogado; se necesita también ser estimado, tenido por honrado, con agradable trato y de atentas mane. ras.
En el mismo caso se encuentra la mujer. Bueno es que una señorita lleve consigo la dote de la instrucción, pero antes que esto, debe saber cómo debe conducirse en sociedad, cosa en la que hoy por desgracia poco ó nada se fija la atención, y cuántas veces vemos en el seno de las familias á esas mismas jóvenes que son muy instruidas, desconocer por completo los deberes sociales que las ligan con padres, hermanos y amigas; tener un trato brusco, ser soberbias, altaneras y presuntuosas, riñendo constantemente con la moderación, y creyendo que porque