page_0006

OverviewTranscribeVersionsHelp

Here you can see all page revisions and compare the changes have been made in each revision. Left column shows the page title and transcription in the selected revision, right column shows what have been changed. Unchanged text is highlighted in white, deleted text is highlighted in red, and inserted text is highlighted in green color.

11 revisions
Eduardo Bello at Jul 25, 2022 11:24 AM

page_0006

LA ILUSTRACIÓN Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER

Mucho se ha escrito por eminentes y reputados autores
sobre asunto tan delicado y de una trascendencia tan abso-
luta; y no es mi débil voz la que después de esas autorida-
des reconocidas levantará un eco en la sociedad, ni mis ideas
serán las mejores en esta materia; pero a pesar de todo, ex-
pondré mis teorías sobre el particular, porque siempre que se
trate de encomiar a las de mi sexo aprovecharé las observacio-
nes que haya podido recojer en el trascurso de mi vida

Muchos jefes de familia tienen aún la errónea creencia de
que dando a sus hijas cierta ilustración y ciertos conoci-
mientos, sólo lograrán hacer de esos seres tan queridos unas
marisabidillas vanidosas e inútiles por completo en el hogar
de donde deben ser ángeles.

Esto, en mi concepto, no deja de ser cierto en algunos
casos; pero yo creo que el resultado depende de la manera
de sembrar en corazones tiernos la semilla, que debiendo dar
excelentes frutos, los agosta y esteriliza por la falta de un
acertado cultivo.

Con frecuencia vemos jóvenes tan hermosas como instrui-
das, hacerse insoportables para los que tienen la desgracia
de tratarlas, pues ellas son un pozo de ciencia; saben de to-
do; se han pasado los mejores años de su vida en los más
acreditados colegios; han tenido por maestros a los más re-
putados profesores, y pueden sostener cualquier conversa-
ción sin cometer el más ligero error en historia, geografía,
gramática, etc., etc. Y después........ para colmo de su
felicidad, son bellas. ¿Qué más puede exigirse a una niña
que aun no cuenta 20 primaveras? Si vais a su casa, siem-
pre encontraréis en el piano las piezas cuya ejecución, es en-
teramente difícil, pero que sus ágiles dedos de rosa han lo-
grado vencer. En su estudio encontraréis algún paisaje o
retrato a medio copiar, que os hará creer que alguna miste-
riosa hada, guía las preciosas manos que lo pintan; y no se-
rá extraño que le encontréis también algún álbum en el que,
en sonoros y dulcísimos versos, haya vertido sus castas im-
presiones, paes además ha estudiado y conoce a Gil de Zárate,
Hermosilla y qué sé yo qué otros autores de literatura.

Pero esta misma joven se desdeñará de confeccionarse un
traje, y más aún, de entenderse con el arreglo interior de su
casa y con esas pequeñas minuciosidades que le parecerán
de mal tono. Y es que esto no se enseña en los colegios; y
esta joven que estudió tanto, y tanto sabe, el día que llegue
a ser esposa y madre de familia, se encontrará con un pro-
blema imposible de resolver.

Pues bien, a esta niña le faltó la delicada y acertada di-
rección de una madre previsora y tierna, quien creyó que era
bastante abandonarla al estudio y hacerla después brillar en
el mundo; como si esta criatura sólo tuviera la misión de
agradar en los salones y nunca se hubiese de encontrar fren-
te a frente con sagrados deberes que llenar, tanto más ate-
rradores cuanto más ignorados son para ella.

Conozco un juguetito cómico que se intitula La Mujer Li-
bre y voy a referir a mis lectoras su argumento. Se trata de
una linda joven casada y a quien el cielo, para colmo de ven-
tura, ha concedido un hermoso niño. Ella es tierna y abriga
buenos sentimientos; pero estas dotes están ahogadas por el
afán de aparecer, ante todo, erudita y libre, y asó poco se
ocupa de su esposo que la ama a pesar de todo, y de su hijo
que en tan tierna edad (aun está en la lactancia), necesita
de sus cuidados más asiduos.
Nuestra heroina vive siempre en los clubs y círculos de
mujeres que proclaman la emancipación de las de su sexo, y
su esposo, en cambio, le toma cuenta a la cocinera y procu-
ra acallar el llanto del niño, supliendo el alimento que la
naturaleza puso en el seno de la madre, con papillas, Teso-
ro de los niños, o algo equivalente.

Un antiguo amigo del infortunado esposo, que tiene oca-
sión de observar todo esto, le aconseja que se finja enamo-
rado de la criada, que es una muchacha de no malos bigotes,
para ver si su esposa, notando que é vuelve los ojos a otra
parte, se corrije, y abandona las sociedades y los clubs para
dedicarse a reconquistar el amor de su compañero de toda
la vida; y habiendo puesto en ejecución el plan convenido, lo-
gran su objeto; y ella, que en el fondo es buena, comprende
que sus deberes no están sino en su hogar, de donde es la
reina absoluta.

Este tipo existe, lectoras mías, y existe aun otro más co-
mún todavía, que procuraré describíroslo.

Figuraos a una mujer joven y bella que entiende perfec-
tamente el gobierno de su casa; que sabe coser, bordar, y
que en materia de dulces, pastas y curiosidades no hay quien
la aventaje. Va a misa todos los días, y es cariñosa, econó
mica y trabajadora; pero llega su marido agobiado por los
negocios, cansado y triste; y cuando la quiere hacer partÌci-
pe de sus asuntos o consultarle algo acerca de lo que le pa-
sa, no tendrá para él un consejo acertado y juicioso ni una
palabra oportuna, ni podrá en suma, sostener con nadie otra
conversación que no sea de trajes, dulces, criados o enfer-
medades.

A esta mujer, pues, su marido sólo la considerará como
una excelente ama de gobierno (lo cual debe ser bien triste)

page_0006

LA ILUSTRACIÓN Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER

Mucho se ha escrito por eminentes y reputados autores
sobre asunto tan delicado y de una trascendencia tan abso-
luta; y no es mi débil voz la que después de esas autorida-
des reconocidas levantará un eco en la sociedad, ni mis ideas
serán las mejores en esta materia; pero a pesar de todo, ex-
pondré mis teorías sobre el particular, porque siempre que se
trate de encomiar a las de mi sexo aprovecharé las observacio-
nes que haya podido recojer en el trascurso de mi vida

Muchos jefes de familia tienen aún la errónea creencia de
que dando a sus hijas cierta ilustración y ciertos conoci-
mientos, sólo lograrán hacer de esos seres tan queridos unas
marisabidillas vanidosas e inútiles por completo en el hogar
de donde deben ser ángeles.

Esto, en mi concepto, no deja de ser cierto en algunos
casos; pero yo creo que el resultado depende de la manera
de sembrar en corazones tiernos la semilla, que debiendo dar
excelentes frutos, los agosta y esteriliza por la falta de un
acertado cultivo.

Con frecuencia vemos jóvenes tan hermosas como instrui-
das, hacerse insoportables para los que tienen la desgracia
de tratarlas, pues ellas son un pozo de ciencia; saben de to-
do; se han pasado los mejores años de su vida en los más
acreditados colegios; han tenido por maestros a los más re-
putados profesores, y pueden sostener cualquier conversa-
ción sin cometer el más ligero error en historia, geografía,
gramática, etc., etc. Y después........ para colmo de su
felicidad, son bellas. ¿Qué más puede exigirse a una niña
que aun no cuenta 20 primaveras? Si vais a su casa, siem-
pre encontraréis en el piano las piezas cuya ejecución, es en-
teramente difícil, pero que sus ágiles dedos de rosa han lo-
grado vencer. En su estudio encontraréis algún paisaje o
retrato a medio copiar, que os hará creer que alguna miste-
riosa hada, guía las preciosas manos que lo pintan; y no se-
rá extraño que le encontréis también algún álbum en el que,
en sonoros y dulcísimos versos, haya vertido sus castas im-
presiones, paes además ha estudiado y conoce a Gil de Zárate,
Hermosilla y qué sé yo qué otros autores de literatura.

Pero esta misma joven se desdeñará de confeccionarse un
traje, y más aún, de entenderse con el arreglo interior de su
casa y con esas pequeñas minuciosidades que le parecerán
de mal tono. Y es que esto no se enseña en los colegios; y
esta joven que estudió tanto, y tanto sabe, el día que llegue
a ser esposa y madre de familia, se encontrará con un pro-
blema imposible de resolver.

Pues bien, a esta niña le faltó la delicada y acertada di-
rección de una madre previsora y tierna, quien creyó que era
bastante abandonarla al estudio y hacerla después brillar en
el mundo; como si esta criatura sólo tuviera la misión de
agradar en los salones y nunca se hubiese de encontrar fren-
te a frente con sagrados deberes que llenar, tanto más ate-
rradores cuanto más ignorados son para ella.

Conozco un juguetito cómico que se intitula La Mujer Li-
bre y voy a referir a mis lectoras su argumento. Se trata de
una linda joven casada y a quien el cielo, para colmo de ven-
tura, ha concedido un hermoso niño. Ella es tierna y abriga
buenos sentimientos; pero estas dotes están ahogadas por el
afán de aparecer, ante todo, erudita y libre, y asó poco se
ocupa de su esposo que la ama a pesar de todo, y de su hijo
que en tan tierna edad (aun está en la lactancia), necesita
de sus cuidados más asiduos.
Nuestra heroina vive siempre en los clubs y círculos de
mujeres que proclaman la emancipación de las de su sexo, y
su esposo, en cambio, le toma cuenta a la cocinera y procu-
ra acallar el llanto del niño, supliendo el alimento que la
naturaleza puso en el seno de la madre, con papillas, Teso-
ro de los niños, o algo equivalente.

Un antiguo amigo del infortunado esposo, que tiene oca-
sión de observar todo esto, le aconseja que se finja enamo-
rado de la criada, que es una muchacha de no malos bigotes,
para ver si su esposa, notando que é vuelve los ojos a otra
parte, se corrije, y abandona las sociedades y los clubs para
dedicarse a reconquistar el amor de su compañero de toda
la vida; y habiendo puesto en ejecución el plan convenido, lo-
gran su objeto; y ella, que en el fondo es buena, comprende
que sus deberes no est·n sino en su hogar, de donde es la
reina absoluta.

Este tipo existe, lectoras mías, y existe aun otro más co-
mún todavía, que procuraré describíroslo.

Figuraos a una mujer joven y bella que entiende perfec-
tamente el gobierno de su casa; que sabe coser, bordar, y
que en materia de dulces, pastas y curiosidades no hay quien
la aventaje. Va a misa todos los días, y es cariñosa, econó
mica y trabajadora; pero llega su marido agobiado por los
negocios, cansado y triste; y cuando la quiere hacer partÌci-
pe de sus asuntos o consultarle algo acerca de lo que le pa-
sa, no tendrá para él un consejo acertado y juicioso ni una
palabra oportuna, ni podr·á en suma, sostener con nadie otra
conversación que no sea de trajes, dulces, criados o enfer-
medades.

A esta mujer, pues, su marido sólo la considerará como
una excelente ama de gobierno (lo cual debe ser bien triste)