| page_0007y buscará en otra parte algo más que halague su inteligen-
cia y tal vez su corazón.
Si la mujer, como lo tenemos experimentado en muchos
casos, tiene una inteligencia que no es refractaria al estudio
ni a la ciencia, cultívela en buen hora. Profundice los ra-
mos que desee adquirir y nutra su espíritu con la dulce savia
del saber; pero es preciso hacerle comprender que no porque
ella y el mundo la juzguen instruida e inteligente debe en-
vanecerse, pues la modestia es el timbre de más valer que
tiene el sabio.
A la madre, pues, corresponde a la vez que trazar y en-
señarle la senda que conduce a los deberes de esposa, el de
instruirla en la difícil tarea de hacerse amable y dulce, tier-
na y aplicada; y sólo ella deberá infundirle el amor a la vir-
tud, que es la base sobre la que debe descansar el edificio,
que quizás más tarde, tendrá que soportar el enorme peso
de la desgracia.
Mª DE LA LUZ MURGUÍA. | page_0007y buscará en otra parte algo más que halague su inteligen-
cia y tal vez su corazón.
Si la mujer, como lo tenemos experimentado en muchos
casos, tiene una inteligencia que no es refractaria al estudio
ni a la ciencia, cultívela en buen hora. Profundice los ra-
mos que desee adquirir y nutra su espíritu con la dulce savia
del saber; pero es preciso hacerle comprender que no porque
ella y el mundo la juzguen instruida e inteligente debe en-
vanecerse, pues la modestia es el timbre de más valer que
tiene el sabio.
A la madre, pues, corresponde a la vez que trazar y en-
señarle la senda que conduce a los deberes de esposa, el de
instruirla en la difÌcil tarea de hacerse amable y dulce, tier-
na y aplicada; y sólo ella deberá infundirle el amor a la vir-
tud, que es la base sobre la que debe descansar el edificio,
que quizás más tarde, tendrá que soportar el enorme peso
de la desgracia.
Mª DE LA LUZ MURGUÍA. |