page_0005

OverviewTranscribeVersionsHelp

Here you can see all page revisions and compare the changes have been made in each revision. Left column shows the page title and transcription in the selected revision, right column shows what have been changed. Unchanged text is highlighted in white, deleted text is highlighted in red, and inserted text is highlighted in green color.

5 revisions
Eduardo Bello at Aug 26, 2022 10:09 AM

page_0005

HIGIENE.
DEDICADO
Á LAS MADRES DE FAMILIA

A vosotras, mártires del hogar que primero exponéis
vuestra vida y después sacrificáis descanso y tranquilidad
por los frutos de vuestro amor, á vosotras os dedico estas
pláticas. Si ellas carecen de erudición, perdonad la pobre-
za del presente que os hago; mas si alguna vez encontráis
un consejo útil, reclamo como premio que á mi nombre

imprimáis un beso en la sonrosada boquita de vuestros
bebés.

Vamos á considerar al niño desde ese momento crítico
en que agitando sus manecitas como para defenderse,
protesta con toda su naciente energía contra el frío y el
primer rayo de luz que hiere su pupila.

Ese niño que es esperado con ansiedad, para el que ya
está preparada con toda la coquetería maternal la alba
cuna y la preciosa camisa de batista ¡ay! ese niño es reci-
bido con malos tratamientos. ¡Quiñen creyera que la madre
toda amor y abnegación, prepara para su hijo, y aun antes
de conocerlo, los instrumentos inquisitoriales para aplicarle
el tormento desde el primer instante de su llegada al mun-
do! ¡Quién lo creyera! Y sin embargo, es una verdad pal-
maria que procuraré demostraros; pero antes de hacerlo
voy á hablaros de un punto vital para los niños: del mo-
mento en que se les debe cortar el cordón ombilical.

Es general que lamadre y los asistentes obliguen con sus
indicaciones á la persona que está al lado de la enferma,
prodigando sus recursos científicos, á que retire cuanto
antes al niño, para lo cual necesita cortar el cordón. Est·
probado perfectamente que un niño despuÈs de nacido,
continúa recibiendo sangre por el cordón ombilical, du-
rante algunos minutos; así pues, la madre no debe obligar
á quien la cuida á que corte el cordón, sino que debe es-
perar el tiempo preciso para que lo haga y así el niño ten-
drá tres onzas más de sangre en sus vasos. Todos sabemos
que la riqueza en cantidad y calidad de la sangre, es un
elemento poderoso de vida; y siendo esto así, las madres
no deben privar á sus hijos de ese aumento de sangre.

Estoy segura que ninguna de mis lectoras permitiría
que un flebotomiano practicara una sangría en el recién
nacido y le extrajera tres onzas de sangre; y bien, la ma-
dre desempeña para con su hijo el papel del flebotomiano
cuando pide que se apresuren á cortar el cordón.

Nada os diré de las condiciones que debe llenar el pri-
mer baño para el bebé: esto le toca á la persona que asis-
te á la enferma; pero examinemos rápidamente los ins-
trumentos que ha forjado la madre para martirizar á su
hijo. El primero, y no poco importante, es la camisa: es
de rigor que esa pieza de ropa sea compuesta (de no ser
así se dirÌa que la madre sólo sirve para el estrado; ¡qué
vergüenza!) la monísima camisa lleva encajes en el cue-
llo y puños; las costuras todas, también llevan encajes ó
tiras bordadas, cerraduras de camarón, costillas de ra-
tón, ete., ó bien sobrecosturas que no queden aplanadas
(esto no es de mujeres hacendosas) sino como un cordón.
Todos estos primores son más notables y numerosos cuan-
do se espera al primer niño ¡pobres primogénitos! En el
caracol se repiten las preciosidades que en la camisa, y
algunas otras: encajes con profusión, botones, etc. además
debe quedar perfectamente ajustado, porque si no es así,
¡qué feos se ven los niños; parecen muñequitos desbara-
tados! Y qué diremos del fajero? es uno de los útiles que
llenan mejor su objeto; es decir, martirizan más á los ne-
nes, pues esa tira de dos á tres dedos de ancho lastima
el delicado abdomen del niño y le hace llorar amarga-
mente.

Las mantillas, en lo general, se hacen en forma de de-
lantal y plegadas á tablas; de esta manera se consigue
que los bordes de los tablones y las cintas de las pretinas

page_0005

HIGIENE.
DEDICADO
Á LAS MADRES DE FAMILIA

A vosotras, mártires del hogar que primero exponéis
vuestra vida y después sacrificáis descanso y tranquilidad
por los frutos de vuestro amor, á vosotras os dedico estas
pláticas. Si ellas carecen de erudición, perdonad la pobre-
za del presente que os hago; mas si alguna vez encontráis
un consejo útil, reclamo como premio que á mi nombre

imprimáis un beso en la sonrosada boquita de vuestros
bebés.

Vamos á considerar al niño desde ese momento crítico
en que agitando sus manecitas como para defenderse,
protesta con toda su naciente energía contra el frío y el
primer rayo de luz que hiere su pupila.

Ese niño que es esperado con ansiedad, para el que ya
está preparada con toda la coquetería maternal la alba
cuna y la preciosa camisa de batista ¡ay! ese niño es reci-
bido con malos tratamientos. ¡Quiñen creyera que la madre
toda amor y abnegación, prepara para su hijo, y aun antes
de conocerlo, los instrumentos inquisitoriales para aplicarle
el tormento desde el primer instante de su llegada al mun-
do! ¡Quién lo creyera! Y sin embargo, es una verdad pal-
maria que procuraré demostraros; pero antes de hacerlo
voy á hablaros de un punto vital para los niños: del mo-
mento en que se les debe cortar el cordón ombilical.

Es general que lamadre y los asistentes obliguen con sus
indicaciones á la persona que está al lado de la enferma,
prodigando sus recursos científicos, á que retire cuanto
antes al niño, para lo cual necesita cortar el cordón. Est·
probado perfectamente que un niño despuÈs de nacido,
continúa recibiendo sangre por el cordón ombilical, du-
rante algunos minutos; así pues, la madre no debe obligar
á quien la cuida á que corte el cordón, sino que debe es-
perar el tiempo preciso para que lo haga y así el niño ten-
drá tres onzas más de sangre en sus vasos. Todos sabemos
que la riqueza en cantidad y calidad de la sangre, es un
elemento poderoso de vida; y siendo esto así, las madres
no deben privar á sus hijos de ese aumento de sangre.

Estoy segura que ninguna de mis lectoras permitiría
que un flebotomiano practicara una sangría en el recién
nacido y le extrajera tres onzas de sangre; y bien, la ma-
dre desempeña para con su hijo el papel del flebotomiano
cuando pide que se apresuren á cortar el cordón.

Nada os diré de las condiciones que debe llenar el pri-
mer baño para el bebé: esto le toca á la persona que asis-
te á la enferma; pero examinemos rápidamente los ins-
trumentos que ha forjado la madre para martirizar á su
hijo. El primero, y no poco importante, es la camisa: es
de rigor que esa pieza de ropa sea compuesta (de no ser
así se dirÌa que la madre sólo sirve para el estrado; ¡qué
vergüenza!) la monísima camisa lleva encajes en el cue-
llo y puños; las costuras todas, también llevan encajes ó
tiras bordadas, cerraduras de camarón, costillas de ra-
tón, ete., ó bien sobrecosturas que no queden aplanadas
(esto no es de mujeres hacendosas) sino como un cordón.
Todos estos primores son más notables y numerosos cuan-
do se espera al primer niño ¡pobres primogénitos! En el
caracol se repiten las preciosidades que en la camisa, y
algunas otras: encajes con profusión, botones, etc. además
debe quedar perfectamente ajustado, porque si no es así,
¡qué feos se ven los niños; parecen muñequitos desbara-
tados! Y qué diremos del fajero? es uno de los útiles que
llenan mejor su objeto; es decir, martirizan más á los ne-
nes, pues esa tira de dos á tres dedos de ancho lastima
el delicado abdomen del niño y le hace llorar amarga-
mente.

Las mantillas, en lo general, se hacen en forma de de-
lantal y plegadas á tablas; de esta manera se consigue
que los bordes de los tablones y las cintas de las pretinas