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otros pueblos que a éste estaban comarcanos, de mucha
gente, los cuales tenía sujetos El Canzonzi [Caltzontzin], señor de Pátzcuaro,
de la provincia de Michoacán; el cual dicho Canzonzi [Caltzontzin],
tuvo grandes guerras con él, por habérsele venido tan cerca,
y por sujetarle por su vasallo. Y, por ser tan valiente el
dicho Joxouhquitequani [Xoxouhqui Tequani], y su gente muy usada en la
guerra, nunca pudo sujetarle, ni jamás fue sujeto a otro
señor. Sustentóse, con el dicho Canzonzi [Caltzontzin], hasta la venida
[al margen: ojo] de los españoles; no saben decir los antiguos el tiempo
que gobernó, ni el que ha que vino a poblar, más de que a
muchos tiempos que hijos, nietos y bisnietos,
choznos, le han venido sucediendo hasta la venida de los españoles.
Y, el primer conquistador y descubridor que a este pueblo
vino, fue un español llamado Juan de Añesta, el cual
dicen que era mancebo de treinta años, y bajó por unas
serranías altas que están [a] tres leguas de este dicho pueblo a la
[al margen: ojo] parte del sur, por un despoblado, a pie y descalzo: con sola
su espada en la mano, llegó a un barrio cerca de este pueblo,
a una casa de un Tequitlato, que quiere decir “mandón”, el
cual fue corriendo a decirlo al señor que entonces gobernaba,
llamado Huitzil, que en nuestra lengua castellana quiere
decir “jilguero”. Y el dicho señor hizo llamar a todos
los valientes y, juntos, les dijo la venida de aquel
español por cosa de mucha admiración, que no habían visto
otro ni sabían de la venida de los demás españoles, y
entre ellos se dijo que aquél debía de ser el hijo del sol por
quien sus antepasados habían pronosticado que los
había de venir a conquistar, y a quien todos habían de
estar sujetos y pagarle tributo. Y, sin ponerse en arma
ni hacer otro alboroto, le envió a decir al dicho Juan de
Añesta que viniese a verle. Y el dicho mandón, que
había ido con la embajada, le dijo que venía muy cansado
porque, luego que llegó, se echó en el suelo. Y, ansí, mandó le
trujesen a cuestas, en una hamaca de manta, ante él,
donde le recibieron de paz y con mucho contento. Entró
en este pueblo sólo un año antes que entrase por esta
tierra Nuño de Guzmán, y dos antes que el Marqués
[al margen: ojo] del Valle a ella viniese, y no entró conquistándola, sino
visitándolo. Y, ansí, los dichos indios conocieron por
señor al dicho Juan de Añesta, y le daban su tributo, que
era maíz y cosas de comida, al cual no tributaron más
de cuatro o cinco años, que luego murió en la Ciudad
de Colima; y, muertos, tributaron a su Majestad, y se pusieron
en su real Corona por mandado de un Juan de

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