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Año 1, Tomo 1, Número 2

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Pero si tiene la dicha de vencer, las pésimas condiciones del pobre profesor en México, no le permitirán disfrutar de la tranquilidad que necesita.

Sabido es que hay dos clases de Escuelas sostenidas por los fondos públicos: las Nacionales, que dependen de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, y que en lo general están bien dotadas, y las que sostiene la Corporación Municipal.

De los Profesores que desempeñan estas últimas diremos algo, pues los que sirven al Ayuntamiento perciben un sueldo tan miserable, que no basta á cubrir ni las primeras necesidades de una sola persona, mucho menos las de una familia que casi siempre tiene que sostenerse con tan escasos recursos.

Por una disposición que no nos atrevemos á calificar, los Profesores disfrutan de $ 60, y las Profesoras sólo perciben 45! y aunque los $ 60, no son tampoco suficientes para atender á los gastos de una familia, que además de la alimentación, necesita lavandera, criados, ropa, calzado, etc.; 45 lo son mucho menos.

No tratamos de censurar los actos del Ayuntamiento, á quien á más del respeto que se merece, por particulares motivos profesamos sincera gratitud; pero siendo nuestro propósito abogar constantemente por la mujer que trata de emanciparse por medio del trabajo, elevamos nuestra débil y humilde voz para pedir, que cuando menos, se les asigne á las Directoras de las Escuelas Municipales un sueldo igual al de los Profesores.

Como dijimos antes, estos no cubren sus necesidades con la cantidad que perciben; pero tienen al menos la posibilidad de salir por la noche á dar lecciones á domicilio pudiendo allegar por este medio otros recursos; pero las Profesoras, casi todas jóvenes, mientras su debilidad no esté suficientemente respetada por la cultura de nuestros compatriotas, no se atreverán á salir de casa para volver á las 8 ó 9 de la noche, pues bien saben que en el camino se encontrarán mil impertinentes que las importunen y disgusten; además, el trabajo intelectual y físico que han sostenido todo el día, agota sus fuerzas y no les deja ánimo para una nueva tarea.

Hoy que toda la sociedad tiende una mano cariñosa y protectora á la mujer ¿no querrá el H. Ayuntamiento proporcionarle un bienestar relativo, en cambio de la asiduidad y trabajo con que ella cultiva el corazón y la inteligencia de los niños que se le confían?

En todas las naciones cultas, el profesor es considerado como el sacerdote, como el apóstol de la enseñanza, y los gobiernos se preocupan mucho de esta respetable corporación, atendiendo con toda eficacia á su bienestar fÌsico, pues bien saben que la salud y la tranquilidad les son indispensables para desempeñar su delicada tarea. Y en México, en donde los profesores hacen una religión del profesorado, en donde sacrifican hasta su salud por llenar debidamente su sagrada misión, venciendo con sublime heroísmo todos los obstáculos que se les presentan, pues no siempre están sus escuelas dotadas de todo lo indispensable para la enseñanza; cuando con ardiente fe, siembran con religioso entusiasmo en el corazón de los futuros hombres las primeras ideas de patriotismo, de virtud y de honor, que más tarde darán codiciados frutos; ¿serán ellos los únicos no beneficiados? ¿Recogerán en premio de sus afanes la indiferencia más completa....?

¡Ah! no, abrigamos la dulce esperanza de que la ilustrada Comisión de Instrucción Pública, mejorará las condiciones actuales del profesor y considerará debidamente á las profesoras, atendiendo no sólo á sus méritos, sino á su debilidad, digna siempre de toda protección!

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Last edit over 2 years ago by Eduardo Bello
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